Los Manantiales

Los Manantiales
Renovación para el alma

lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Por qué La Urgencia?

Pocas cosas son realmente tan urgentes como parece serlo.
Una persona sabia me dijo esto una vez cuando me sentía que era forzado a dar una respuesta inmediata a un dilema que enfrentaba. Es un buen consejo, y desearía poder compartirlo con mis hermanos y hermanas en la televisión cristiana durante esta temporada de levantamiento de fondos .
Mientras observo, se me anima a "sembrar una semilla ahora", "tomar el teléfono mientras la unción está fresca", y -lo peor de todo- "meterse en el estanque mientras las aguas están moviéndose". Esta alocada interpretación de la sanidad del paralítico en Betesda por parte de Jesús contradice directamente el mensaje de la narración bíblica: el pobre hombre no tenía a nadie que le metiese al estanque cuando las aguas se movían. Así que Jesús vino a él y tornó al estanque obsoleto -un acto de misericordia que no requirió nada de parte del mendigo inválido.
Nosotros, los líderes eclesiásticos, no nos hacemos ningún favor cuando animamos a la gente a tomar decisiones a la ligera -sean estas espirituales, vocacionales o financieras.
¿Cuántos pecadores han sido arrastrados al altar a través de urgentes amenazas del infierno -sólo para verlos regresar a sus vidas de pecado, luciendo una confesión verbal y un corazón no lavado?
¿Cuántos santos no preparados hemos empujado al ministerio a tiempo completo con promesas de un campo blanco para la siega -sólo para verlos secarse en los ardientes desiertos del ministerio vocacional?
¿Cuántas veces hemos animado a los financieramente vulnerables a hacer extravagantes promesas de fe -sólo para verlos fracasar avergonzados cuando se vencen sus hipotecas o sus autos de malogran?
A veces, aún buscamos beneficiarnos de la impulsividad financiera de los endeudados sugiriendo que su pobreza se aliviará al dar ahora mismo.
Promesas de abundancia financiera y reversión divina de la deuda son fáciles de hacer en el calor del momento. Sin embargo, deberíamos ser sabios en animar a aquellos que guiamos a considerar las consecuencias y recompensas eternas de la "construcción de torres" -tal como hiciese Jesús al describir los desafíos del discipulado a potenciales seguidores
(Lucas 14:25-34).
Los resultados serán cristianos balanceados y discernidores, que pueden ver la diferencia entre una estafa y una oportunidad, una inversión a largo plazo en el Reino y un corto viaje de culpa.
Matt Green, editor encargado de Ministries Today
Fuente: Ministries Today Update, November
La verdad es que podemos ser fácilmente manipulados cuando no entendemos que los principios bíblicos nunca se pueden usar como una ligera forma de presión. Dios, respeta de tal manera al ser humano, que deja los principios frente a él o ella, pero jamás los manipula. Lo que parece urgente, debiera ser tomado con paciencia mientras analizamos cómo y en que forma podemos andar en esos principios bíblicos, sin dejar de cumplirlos. DIos quiere que sus hijos leguemos a la madurez, para discernir entre principios y manipulaciones.
Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.I Corintios 2:6
Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Hebreos 5:14

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“Dios nos hará responsables por todas las cosas que puso en esta tierra, que debemos disfrutar y que no hemos tomado el tiempo para hacerlo” El Talmud
Quisiera iniciar este artículo dando muchísimas “gracias” a cada uno de los lectores. Gracias por tomarte el tiempo para enviar mensajes tanto a esta página como a mi correo. Gracias por tus palabras y por tu ánimo que me inspiran a seguir escribiendo. Gracias a todos aquellos que me han dado su confianza y hemos venido trabajando sobre sus sueños y energizando su vida a través del coaching. Gracias a Renuevo de Plenitud por ser una pagina que inspira y me da la oportunidad de llegar a tu vida. Gracias, agradecido estoy por la vida y por la familia que tengo y todo se lo debo a Dios.
Días atrás celebramos el Día de Acción de Gracias y no quería pasar esta maravillosa oportunidad de poder agradecerte. Mi corazón se alegra al escuchar buenas noticias, leer testimonios de personas que están alcanzando una vida extraordinaria, de ver personas que se están elevando y han decidido ir tras sus sueños. Hoy estas personas están disfrutando de un mejor trabajo, un mejor matrimonio, están disfrutando la vida. Me encanta leer los testimonios de personas que antes se quejaban ahora han tomado responsabilidad sobre sus vidas y hoy dan gracias. ¡Eso lo hace Dios!
“Me enseñaste a vivir como a ti te gusta. ¡En tu presencia soy muy feliz! ¡A tu lado soy siempre dichoso!” Salmo 16:11 (BLS)
¿Estás quejándote o estás disfrutando la vida? ¿Estás dejando que la vida te pase de largo?
Nosotros queremos disfrutar la vida, de hecho Dios nos hizo para disfrutar la vida, disfrutar su creación, la familia y el trabajo, todo lo hizo Dios. Sin embargo, muchos viven en el estado de la queja, viviendo sin querer queriendo una vida mediocre, una vida aburrida o un matrimonio de segunda. Todos soñamos con una vida mejor, con una vida de primera, desde niños estamos soñando, llegamos a la universidad y estamos soñando, nos casamos y estamos soñando con una vida excelente. ¿Por qué llegamos a soñar? La verdad es que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, y el tiene sueños para conmigo. Dios tenía sueños con Adán y Eva cuando los colocó en el paraíso, Dios tenía un plan hermoso con el hombre y a causa de la desobediencia perdió muchos privilegios, y ocurrió un colapso en la humanidad que hace que muchos en día no disfruten la vida. Satanás vino a matar, robar y destruir, pero Jesús vino a darnos vida en abundancia. Los sueños que Dios tiene contigo son de bienestar, Dios desea que tú tengas éxito y la mayoría no esta experimentando el éxito y viven arrastrándose por el lodo. Muchos han sido golpeados por las realidades de la vida y están paralizados con los sueños destrozados, tienen miedo de volver a soñar.
Vivimos en un mundo donde la tragedia y el dolor es el pan de cada día, matrimonios que empezaron felices hoy ya no lo son, y acaban en divorcio. Negocios que empezaron bien, hoy están en quiebra o en bancarrota. Personas que estudiaron una carrera y están trabajando en algo que no les gusta, y nada que ver con su carrera. Muchos hoy viven frustrados, angustiados, estresados en sus trabajos, en su ministerio, que no saben que hacer, que se preguntan si esta es la vida ¿Cuál es el sentido?, y déjame decirte que esa no es la vida que Dios diseñó para ti.
Dios hizo de ti y de mí un ganador, alguien único y especial. Ahora me dirás que eso es fácil decirlo, que tu realidad es otra, y tienes razón. Alguien dijo: “Somos lo que pensamos”.Eres lo que piensas, lo que estés pensando va a determinar tu destino. Si piensas que eres un perdedor, vas a actuar como un perdedor, y si cambias tu manera de pensar, comienzas a pensar en lo que Dios dice que tú eres, vas a actuar como un ganador y podrás disfrutar más de la vida.
Es tu elección seguir quejándote de la vida o disfrutarla. Tú decides si quieres ir tras tus sueños o quedarte así como estás, esperando a ver que sucede.
“La felicidad debe ser encontrada en el camino, no al final del sendero, porque entonces el paseo se habrá terminado y ya será muy tarde.” Rupert R. Updegraff
Hoy es un buen día para tomar acción sobre tu vida, primeramente busca la dirección divina y luego busca la ayuda de personas que te lleven a una vida de excelencia. No dejes que tu vida acabe en la queja de no ser feliz, de no haber alcanzado ni siquiera un sueño, de no haber disfrutado con tu pareja, con tus hijos. No te pierdas el paseo, no dejes que los ladrones, asesinos y destructores de sueños acaben con tu vida. Hoy es tiempo de Elevarte y remontarte en las alturas.
En amor y liderazgo,
Pedro Sifontes Coach
Personalinfo@liderazgocreativo.com

lunes, 23 de noviembre de 2009

Carta A Un Pastor con Sequía Espiritual. (Segunda Parte).
Estimado Pastor:
Gracias por escirbirme y en la Primera Parte de hable de cómo se sintió Aaron , el hermano de Moisés.Ahora bien, apreciado pastor, de aquí en adelante comienza una de las más bellas historias que le pueda haber ocurrido a un siervo de Dios.Después de esto, el Señor emitió una orden a Moisés: que tomara la vara de cada uno de los príncipes de Israel, una vara por cada tribu, doce en total, y que escribiera el nombre de Aarón sobre la vara de Leví. Él se encargaría de hacer florecer la vara de aquel a quien Él escogería.Es como si el Señor dijera:
“La legitimidad de todo ministerio, la vida de todo servicio rendido a mi persona, la señal de todo siervo que ofrece servicios en el altar, el testimonio de todo ministro comienza delante de mi presencia; ha de entrar y reposar en el tabernáculo del testimonio, donde yo me manifiesto; y entonces a él le manifestaré mi gloria. Y esculpiré mi testimonio en su corazón”.
¿Comprende, hermano pastor, este principio? Todas las varas debían ser introducidas en la presencia del Señor. Una cosa era la vara de Aarón en sus propias manos. Y otra muy diferente era esa misma vara en la presencia del Señor. No era poca cosa, por cierto, lo que esa vara significaba en las manos del humilde sacerdote. Ya anteriormente él había visto obrar el poder de Dios a través de ella. Se había convertido en una serpiente (Éxodo 7:9-12), fue dirigida hacia las aguas de Egipto y estas se convirtieron en sangre (Éxodo 7:19-20). Pero el Señor quería algo más profundo, más personal, más íntimo. Aquellos extraordinarios milagros representaban una acción hacia afuera. No estaban relacionados directamente con la vida de Aarón. Eran acciones que el Señor realizaba a favor de Su pueblo oprimido; era la liberación de los hebreos el principal motivo del obrar de Dios. Pero ahora Él quería realizar una obra profunda en el corazón de Aarón.
Él quería autentificar a los ojos de todo el pueblo el testimonio interno que operaba en el corazón de Su siervo. Y Él también quería sanar y fortalecer el corazón herido de Aarón. Dios conocía las tormentas que se formaban en el espíritu de ese hombre. Dios sabía que este siervo podía llegar a pensar que no tenía un llamamiento divino. El corazón de Aarón podría no resistir los ataques de aquellos a quienes servía. A final de cuentas, en lo más profundo del corazón de cada hombre de Dios, por más fuerte que parezca, se anidan debilidades y temores insospechados.Y fue entonces cuando Dios decidió manifestarse al corazón de aquel a quien había llamado. Acude en su auxilio y tiende Su mano a Su siervo. Fue como si Él hubiese querido expresar, más o menos, estas palabras:
“Quiero que su vara, con su nombre escrito en ella, repose en mi tabernáculo, delante de mi presencia. Quiero ayudarlo, quiero mostrarle mi amor, quiero sanar sus heridas y quitar sus temores, quiero demostrarle que yo le he escogido, que yo le he llamado. Quiero decírselo de una manera especial, renovando toda su vida”.
Por eso, la vara de Aarón debía ser introducida en el tabernáculo del testimonio. Y eso mismo, amado amigo, debe ocurrir con nosotros en este tiempo. Podemos hacer milagros, podemos demostrar cierto poder espiritual, podemos desarrollar grandes capacidades y manifestar el fruto del poder sobrenatural. Pero eso no es en realidad, en lo que concierne a nuestro carácter, lo más importante. Algo más profundo tiene que ser tratado. Creo, hermano pastor, que debe usted entrar en Su presencia y esperar que pase la noche.
Al día siguiente Moisés entró en el tabernáculo del testimonio. Allí permanecían todas las varas. Entonces, lenta y cuidadosamente, tomó cada una de ellas, incluyendo la de Aarón, y las fue entregando a sus dueños. Ellos, extrañados, comenzaron a tomarlas cuando de pronto sus ojos vieron algo que jamás olvidarían: algo había ocurrido a la vara de Aarón; esta había sido transformada; más que una vara, el viejo y seco palo ahora era un hermoso ramo de flores lleno de frescura y de verdor.Me imagino a cada uno de ellos tomando su vara seca, igual que como habían sido introducidas la noche anterior, caminando de regreso a su casa sin que alguna señal especial hubiese marcado sus vidas. Por cierto, hermano pastor, produce dolor ver hoy a muchos ministros caminar en la misma dirección, con el mismo estado de ánimo y las mismas varas secas sin rumbo y propósitos definidos.
Y en medio de todos ellos, Aarón. Y en las manos de Aarón el regalo que Dios le dio: “Una vara que había reverdecido, echado flores, arrojado renuevos y producido almendras”.
Todo eso hizo el Señor en la vida de Aarón durante la noche anterior, a solas, en secreto, en silencio, en Su tabernáculo. Aarón dormía mientras Dios trabajaba. Aarón todavía sufría al recordar la reciente mortandad en su pueblo, mientras Dios preparaba el bálsamo que sanaría su corazón en una noche oscura y silenciosa. Aarón estaba bajo sospecha mientras Dios certificaba la autenticidad de su llamado. Tal vez Aarón, al igual que usted, se sentía seco y vacío, mientras Dios hacía reverdecer su viejo bastón. Tal vez no ha advertido el hecho de que Dios está haciendo algo en su vida, ahora, mientras usted piensa que su ministerio está secándose y a punto de dejar de ser.
¿Reverdeció? Sí, pero… ¿cómo? Un trozo de madera cortada, quizás muchos años atrás, casi vitrificada como resultado del uso diario. Un trozo de madera oscura y seca, desconectada del tronco que le nutrió hasta el momento de ser desgajada. Sin savia, sin vida. ¡Ay!, hermano. Casi estoy describiendo la vida de muchos líderes actuales. No importa que ellos no lo manifiesten. No importa que ellos no lo aparenten. No importa que ellos estén recubiertos de un manto de falsa victoria, triunfalismo y prosperidad. Sus varas están secas.
Sin embargo, aquella vara reverdeció. ¿Se da cuenta? Aún hay esperanza para todos los que ministran en Su altar. Reverdeció como producto, no de un proceso natural, sino absolutamente sobrehumano. Totalmente divino. En el interior de una vara desgajada comienza a correr una savia cuya procedencia es celestial. ¿Entiende usted esto? No importa que su vida muestre la más severa sequía espiritual. Al estar usted en el tabernáculo de testimonio puede ser lleno de corrientes de savia vivificante.Descansa en el Señor. Seguiré con la última parte en unos días.Afectuosamente, su amigo,José Ramón Frontado.
(Un pastor que también ha vivido tiempos de sequía espiritual)
frontado@cantv.netoj.r.
frontado@gmail.com

El Cocker con Defecto

Había sido una larga noche. Nuestra Cocker Spaniel negra, Preciosa, tenía problemas al parir. Yo yacía en el piso junto a su jaula de cuatro pies cuadrados, observando cada uno de sus movimientos. Observando y esperando, en caso de que tuviera que llevarla de urgencia al veterinario.
Tras de seis horas, los cachorros comenzaron a aparecer. El primogénito fue blanco y negro. El segundo y tercer cachorros fueron de color café claro y chocolate. El cuarto y quinto también tenían manchas blancas y negras.
"Uno, dos, tres, cuatro, cinco", conté para mí mismo mientras caminaba por el pasillo a despertar a mi esposa, Judy, y decirle que todo estaba bien.
Al regresar por el pasillo de vuelta a la habitación extra, noté un sexto cachorro que había nacido y que ahora yacía por sí mismo a un lado de la jaula. Tomé al cachorrito y lo coloqué sobre el gran tumulto de cachorritos que gemían e intentaban mamar de la madre. Preciosa inmediatamente apartó al cachorrito del resto del grupo. Ella rehusó reconocerlo como un miembro de su familia. "Algo está mal", dijo Judy.
Me incliné y recogí al cachorrito. Mi corazón se encogió dentro de mi pecho cuando vi que el cachorrito tenía el labio y palatinos partidos y que no podía cerrar su hociquito. Decidí en ese momento que si había alguna manera de salvar a este animal, yo iba a darle mi mejor esfuerzo.
Tomé el cachorrito, fui al veterinario y me dijo que nada podía hacerse a menos que estuviésemos dispuestos a invertir como mil dólares para intentar corregir el defecto. Nos dijo que el cachorrito moriría principalmente porque no podía chupar. Tras regresar a casa, Judy y yo decidimos que no podíamos darnos el lujo de invertir esa cantidad de dinero sin recibir algún tipo de seguridad del veterinario que el cachorrito tendría una posibilidad de vivir. Sin embargo, eso no me impidió comprar una hipodérmica y alimentar al cachorrito a mano, lo que hice cada día y noche, cada dos horas, por más de diez días. El cachorrito sobrevivió y aprendió a comer por su cuenta siempre y cuando fuese comida suave enlatada.
La quinta semana coloqué un anuncio en el periódico y, en una semana, teníamos gente interesada en todos los cachorritos, excepto en el que tenía la deformidad. Una tarde fui a la tienda a recoger unos pocos abarrotes.
Al regresar pude ver a la vieja maestra jubilada que vivía al otro lado de nuestra calle, haciéndome señas. Había leído en el periódico que teníamos cachorritos y se preguntaba si podría obtener uno para su nieto y su familia.
Le dije que todos los cachorritos habían hallado hogares pero que mantendría mis ojos abiertos por si alguien más tenía Cocker Spaniels disponibles. También mencioné que si alguien cambiaba de opinión, le dejaría saber. En cuestión de días, todos excepto uno de los cachorros habían sido recogidos por sus nuevas familias. Esto me dejó con un Cocker café claro además del cachorrito con el defecto.
Pasaron dos días sin que oyésemos nada de parte del caballero al que le habíamos prometido el cachorrito café claro. Le telefoneé a la maestra y le dije que me quedaba un cachorrito y que era bienvenida a verlo. Me dijo que recogería a su nieto y que vendría como a las ocho de la noche. Esa noche, como a las siete y media, Judy y yo estábamos cenando cuando oímos a alguien tocando a la puerta del frente. Cuando abrimos la puerta, el hombre que había solicitado el cachorrito café claro estaba allí.
Entramos, arreglamos los detalles de adopción y le entregamos el cachorrito. Judy y yo no sabíamos que haríamos o diríamos cuando la maestra se apareciese con su nieto.
Exactamente a las ocho de la noche, el timbre de la puerta sonó. Abrí la puerta y allí estaba la maestra con su nieto junto a ella. Le expliqué que el hombre había venido por el cachorrito después de todo y que no quedaban cachorritos. "Lo siento, Jeffery. Hallaron hogares para todos los cachorritos", le dijo a su nieto.
Justo en ese momento, el cachorrito que quedaba en el dormitorio comenzó a gemir. "¡Mi cachorrito! ¡Mi cachorrito!" gritó el niñito al salir corriendo de atrás de su abuela.
Casi me desmayo cuando me di cuenta de que el niñito también tenía el labio y palatino partidos. El niño me pasó al lado tan rápido como pudo, yendo por el pasillo hasta donde estaba el cachorrito seguía gimiendo. Cuando nosotros tres llegamos a la habitación, el pequeñín sostenía al cachorrito en sus brazos. Miró a su abuela y dijo: "Mira, Abuela. Ellos hallaron hogares para todos los cachorritos excepto para el bonito y se ve justo como yo".
La maestra se volteó a nosotros: "¿Está disponible este cachorrito?" "Sí", le contesté. "Ese cachorrito está disponible".
El niñito, que ahora abrazaba al cachorrito, agregó: "Mi abuela me dijo que este tipo de cachorritos son realmente caros y que tengo que cuidarlo bien". La dama abrió su bolso, pero yo me le acerqué y aparté su mano de manera que no pudiese extraer su billetera. "¿Cuánto piensas que cuesta este cachorrito?" le pregunté al niño. "¿Cómo un dólar?" "No. Este cachorrito es muy, muy costoso", contestó él.
"¿Más de un dólar?" le pregunté. "Me temo que sí", dijo su abuela. El niño se quedó de pie abrazando al cachorrito contra su mejilla. "No podemos venderlo por menos de dos dólares", dijo Judy, apretando mi mano. "Como dijiste, es el bonito".
La maestro sacó los dos dólares y se los entregó al muchacho. "Es tu perro ahora, Jeffery. Tú, págale al hombre". Todavía abrazando al cachorrito con fuerza, el niño me entregó el dinero orgulloso. Cualquier preocupación que tenía sobre el futuro del cachorrito se fue.
Todavía mantengo la imagen del niñito y su cachorrito. Creo que debe ser un sentimiento maravilloso para todo jovencito el mirarse al espejo y ver nada más excepto al "bonito".
Roger Dean Kiser,
Cuando los demás nos rechazan, Dios abre sus brazos para recibirnos, porque para él valemos mucho.
Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el SEÑOR me recogerá.
Salmos 27:9
Dios edifica a Jerusalén; A los desterrados de Israel recogerá.
Salmos 147:10
Como pastor apacentará su rebaño,en su brazo recogerá los corderos,y en su seno los llevará;guiará con cuidado a las recién paridas.
Isaías 40:11

¿Que Te Falta?

“El que adelante no mira, atrás se queda” Refrán
La semana pasada les compartía acerca de crear un mejor futuro y recibí algunos correos preguntándome ¿Qué me falta para tener un mejor futuro con la bendición de Dios? Es una pregunta interesante y me gustaría contestarla porque hay muchos que no se atreven a preguntar porque su mirada está todavía en el pasado y se están quedando atrás, pensando y deseando un futuro mejor pero no dan el paso de avanzar.
Comencemos desde el inicio, en la Biblia hay un libro llamado Génesis donde se muestra la historia de la creación y encontramos que hizo al hombre, Adán, y este tenía todo lo que necesitaba y estaba contento y feliz allí en el paraíso. Sin embargo, Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviese solo y que le haría ayuda idónea. Dios sabía que Adán tenía una parte faltante de su vida, pero Adán no, así que Dios produjo en Adán el querer como el hacer.
Es interesante que Dios primero hizo los animales y la tarea de Adán era el ponerle los nombres a los mismos. Quizás y a lo mejor yo especule, Adán comenzó a notar la diferencia entre un toro y una vaca, que algunos eran machos y otros hembras, y allí fue que Adán se dio cuenta que algo le faltaba, Dios despertó el deseo y lo hizo caer en sueño profundo, y mientras dormía le sacó una costilla e hizo de allí a la mujer. Todo surgió a partir de que al hombre le faltaba algo.
¿Qué te falta para ser feliz? ¿Qué deseos Dios ha despertado en ti?
Así como Adán, hay veces que nos damos cuenta de que algo falta en nuestras vidas, hay grado de insatisfacción, de descontento en el hogar, en la familia, en el trabajo o negocio, e inclusive hay muchos descontentos en el ministerio. Como seres humanos tenemos muchas necesidades, y no solamente fisiológicas porque muchos se conforman con tener satisfechas estas, sino que también hay necesidades de seguridad, afiliación, reconocimiento y autorrealización, de acuerdo a la teoría de motivación humana propuesta por Abraham Maslow. Cuando esas necesidades están cubiertas podemos decir que tenemos una vida equilibrada y extraordinaria.Una vida equilibrada es una vida en donde todas las áreas concuerdan en armonía y hay satisfacción de parte del individuo. Hemos identificados ocho áreas juntamente con un test que como entrenador utilizo con las personas a las cuales les estoy dando coaching para ver como está su vida y que le falta para alcanzar lo que anhela. Cada área de nuestra vida requiere atención y tiempo, y si no lo estoy haciendo estaré en problemas.
El equilibrio viene en el dar y tomar, de acuerdo a nuestros valores y circunstancias de la vida. Si no temeos claro nuestros valores o principios, nos encontraremos en medio de la nada, totalmente frustrados, quejándonos de la vida que no tocó vivir. ¿Por qué a mí? ¿Quién puede ayudarme?
“El futuro que no se prepara, solamente repite el pasado y no mejora el presente. El cambio sólo ocurre cuando hay elección y compromiso”. (PS)
Si Dios ha puesto en ti el deseo de un cambio necesitas buscar la ayuda de un coach o entrenador. Un entrenador te puede ayudar a identificar tus valores, ver el panorama, y avanzar hacia un estilo de vida saludable más feliz. Es tiempo de mirar hacia delante, de olvidar lo que queda atrás, y no solamente de olvidar los fracasos, también hay que olvidar los éxitos. El pasado es historia y el coaching te puede ayudar a diseñar tu futuro, te puede ayudar y apoyar a mantenerte en la pista.
“Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante” Filipenses 3:13b (NVI)
Hoy es el mejor momento para comenzar a hacer cambios positivos en tu vida. Deja ya de ahogarte en la frustración y busca la ayuda que necesitas para ver y entender lo que Dios quiere hacer en tu vida.
En amor y liderazgo,
Pedro Sifontes Coach
Personalinfo@liderazgocreativo.com

viernes, 20 de noviembre de 2009

Carta a un Pastor Con Sequía Espiritual (Primera parte)

Muy apreciado y siempre recordado pastor
Con gran alegría, y no sin cierta preocupación, he leído la carta que ha llegado a mis manos la pasada semana. Había estado deseando tener noticias suyas y por fin mi deseo ha sido cumplido para terminar, en parte, con esa profunda preocupación que siempre me produce su ministerio.Según percibo de lo que se desprende de sus comentarios, usted concibe la vida de un pastor como algo totalmente diferente a la vida de otros cristianos; y eso me preocupó en cierta medida por la salud de su servicio al Señor. La vida de un ministro del altar no es del todo diferente a la vida de otros hombres de fe. Es cierto que debemos enfrentar mayores desafíos y que tenemos mayores responsabilidades, pero ni el peso de los primeros ni las preocupaciones que engendran las segundas nos eximen de las vivencias áridas y estériles que muchas veces tiene que experimentar todo hijo de Dios. Por eso, el ser renovados constantemente es un mandato para todos los que creemos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, incluyéndonos los pastores; y eso, aun cuando muchas veces ni las circunstancias, ni las más íntimas fibras espirituales parecieran sernos favorables para la consecución de tal fin.Me ha escrito usted algunos comentarios relacionados con mi última carta y me alegra saber que esta le ha resultado beneficiosa. La alegría que me produce esa noticia ahoga, en cierta manera, la inquietud que me produjo leer acerca de esa “Muy profunda esterilidad ministerial” de la cual me habla en su último escrito.Aunque, a decir verdad, esperaba que me escribiera usted algún día sobre ese aspecto. No conozco ningún cristiano, incluyendo a los líderes y a los ministros, que alguna vez no haya experimentado un profundo sentido de sequía espiritual y esterilidad en su ministerio.Todo verdadero hombre de Dios ha expresado alguna vez las mismas frases que me ha escrito usted:
“Tantas veces le he pedido perdón al Señor pues sé que no estoy llevando ante su altar el fruto que de mí espera… Él ha visto mi esfuerzo y mi dedicación y, sin embargo, ha visto también el fracaso que ha seguido a mis esfuerzos… Me siento vacío, estéril… ¡Si Él me renovara! ¡Si Él me hiciera reverdecer!
Al leer esas líneas, nuevamente he llegado a la conclusión de que pude, perfectamente, haber firmado esa carta suscribiendo así cada uno de sus pensamientos, cada sentido de sequía y esterilidad, y cada deseo de reverdecimiento y de renovación que hay en su corazón.Es por eso que decidí responderle escribiéndole acerca de un episodio bíblico que ha sido como un bálsamo para mi corazón herido cada vez que me he visto envuelto en semejantes circunstancias.Trate de recordar ahora un poco la vida de Aarón. No es cosa difícil la que le pido. Al hacerlo, casi todos evocamos la figura de ese extraordinario hombre de Dios, sirviendo de intérprete a su hermano Moisés, hablando a Faraón y diciéndole que dejara libre al pueblo de Israel, o echando su vara delante de Faraón y de sus siervos mientras esta se convertía en una serpiente, o levantando las manos de su hermano Moisés mientras este oraba en la cumbre de un monte.Tal vez también recordemos sus momentos menos radiantes; como aquella ocasión cuando al notar que su hermano tardaba en descender del monte en medio del cual Dios le hablaba, aceptó la propuesta de un pueblo inclinado al mal que le pidió que les fabricara dioses que fueran delante de ellos. E inevitablemente recordamos que de no haber sido por la intercesión de Moisés, Dios le habría destruido.Por eso quiero escribirle acerca de ese hombre; porque su vida esta tejida con hilos blancos y con hilos negros, con hilos de oro y con hilos de barro. Es tan real, tan cercano a nosotros. Su vida se encuentra tan lejos de esa falsa “perfección” que quieren aparentar muchos líderes modernos. Es tan espiritual y tan humano, tan santo y tan lleno de equivocaciones, que su vida nos seduce, nos atrae, nos arrastra como un río, hacia un mar de inspiración, de consuelo y de aliento.¿Recuerda usted la actitud de Coré, Datán, Abiram y On contra este hombre? En Números 16:3, la Biblia lo expresa así:
“Y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿Por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?”
Aarón fue un hombre desestimado. Coré, Datán, Abiram y On, así como aquellos que le seguían, no apreciaron los sanos propósitos de su corazón. Realmente no eran suyos, eran los propósitos de Dios. Aarón solamente los interpretaba, los asumía, los aceptaba. No fue suya la idea de ser un líder en medio de su pueblo, sino de Dios cuando dijo a Moisés:
“Mira, yo te he constituido dios para faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel”. (Éxodo 7:1-2).
Por eso, Aarón asumió esa posición y realizó esa misión. Fue una misión impuesta por Dios. Por eso, Aarón no sólo asumió y aceptó esos propósitos en su vida, sino que se presentó con ellos delante de toda una nación y los defendió. Eso fue lo que nunca entendieron sus adversarios. Lo juzgaron mal; lo desestimaron, lo deshonraron delante de todos. Aarón fue un hombre desestimado. En opinión de muchos, otros tenían gran valor, Aarón no. Él tenía la Palabra de Dios, el deseo de Dios, la voluntad de Dios, el propósito de Dios. El pueblo, sin embargo, lo desestimó.¿Recuerda usted, hermano, cómo reaccionó Aarón? Déjeme recordarle: bajo la más completa indefensión. No alzo su voz, no trató de aclarar nada, no levantó su mano, no discutió, no argumentó. Su hermano menor, viendo tal situación, dijo a sus detractores:
“… Pues Aarón, ¿Qué es, para que contra él murmuréis? (Números 16:11).
Y después, volviendo el pueblo a levantarse en contra de Moisés y en contra de Aarón, la gloria del Señor descendió sobre Su tabernáculo y dijo Dios:
“Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento”. (Números 16:45).
¿Recuerda lo que sucedió entonces? Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros. Y Moisés le dijo a Aarón:
“Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado”. (Números 16:46).
Y entonces vemos a este hombre humilde y desestimado ejerciendo un ministerio sublime y lleno de gloria. Quizás pocas veces en la Biblia se menciona algo parecido a lo que este hombre hizo en esta oportunidad. Me parece verlo con su humilde figura y el incensario en su mano derecha avanzar en medio de las sombras de la muerte. Creo ver la luz de su incensario y el blanco humo que sube de él para apaciguar la ira de Dios. Le veo llorar al ver morir a su pueblo, ese pueblo que le ha humillado, desestimado y ofendido. Casi puedo escuchar su voz como un gemir delante de Dios intercediendo por la nación. Él, que no era digno según ellos, era el único que podía interceder por ellos ante Dios. A veces grita, al tiempo que agita su mano, desesperadamente, esparciendo el santo humo que puede salvar a sus enemigos. A veces, impresionado al ver tantos muertos juntos, a su alrededor, inclina su rostro y ora. Y entonces, lentamente, la muerte comienza a alejarse de él y de su pueblo. A la distancia, el furor parece despedirse definitivamente y él queda sólo entre los suyos. Baja el incensario, se deja caer, exhausto, sobre la tierra. No escucha a nadie, no escucha los gemidos de los que han quedado vivos para enterrar a sus muertos, no escucha el llanto y los gritos de dolor y quebrantamiento. Sólo sabe que en verdad Dios le ha escogido. Sólo sabe que él es el sacerdote escogido por Dios.
En la próxima oportunidad seguiremos platicando sobre esta en la Segunda Parte.Afectuosamente, su amigo, José Ramón Frontado.(Un pastor que también ha vivido tiempos de sequía espiritual)
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El conejito que se quería escapar

Margaret Wise Brown es conocida por sus sencillos, y a la vez profundos, libros para niños. Uno de mis preferidos es The Runaway Bunny [El conejito que se quería escapar]. Es acerca de un conejito que le dice a su mamá que ha decidido escapar.
«Si te escapas –dijo la madre– yo correré tras de ti porque tú eres mi conejito.» Y luego sigue diciéndole que si él se convierte en pez y se mete en un arroyo, ella se convertirá en pescadora y lo pescará. Si él se convierte en niño, ella se convertirá en mamá humana y lo atrapará y lo abrazará. Haga lo que haga el conejito, su madre, obstinadamente persistente y siempre tras de él, no desistirá ni se irá.
«¡Caramba! –dice al fin el conejito– más vale que me quede donde estoy y sea tu conejito.» «Cómete una zanahoria» –dice entonces la madre.
Esta historia me recuerda las palabras de David en el Salmo 139:7-10: «¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.»
Demos gracias a Dios por su implacable amor por nosotros: siempre buscando, siempre presente, y siempre guiando.
David Roper

Hoy Te Amaré Señor

El Señor es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fuí ayudado. Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré? Salmo 28:7
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Hoy, recuerdo con alegría el día que en angustia mi alma se debatía, en mi desesperación levanté mis ojos al cielo y junto con mis ojos , todo mi corazón. Ya fuerzas no tenía, pero con el poco aliento que aún permanecía, te Dije: Oh, Dios, ya no puedo, ayúdame….y fue en ese momento que sentí lo que nunca antes había sentido….tu amor comenzó a fluir e inundar todo mi ser… En medio de la turbación….fuiste refugio para mí y escudo en medio de la batalla más cruenta que jamas he vivido.
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Como no he de exaltarte hoy. Este es el nuevo día que me das….Sin duda habrá turbaciones, tormentas, batallas campales y sin misericordia, pero la satisfacción que siento es que nuevamente serás mi refugio y mi escudo.
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Mi corazón puede confiar en ti….y se que jamás será avergonzado—Como diste ayuda ayer…me la darás hoy. Cuando mi corazón está reposado en ti…entonces puede salir el cántico de mi alma. Es un canto de seguridad. Señor…Hoy, con confianza , seguridad, amor…devoción y profundo respeto puede cantarte.
Eres Tú Jesús mi vida y mi razón.
Hoy en ti señor se inspira el corazón.
Eres Tú Jesús mi vida y mi razón.
Hoy en ti señor se inspira el corazón.
Eres mi mayor deseo mi gran necesidad eres lo que yo mas quiero por eso anhelo estar siempre junto a ti para amarte, amarte, amarte para amarte, amarte, amarte
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Eres mi mayor anhelo..mi gran necesidad..Eres tú oh Dios….todo mi existir.
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Este día es una nueva oportunidad para ver tu gloria, amor y majestad llenando mi existencia.
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Contigo hay bastante y suficiente razón para vivir.
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Amén
.Serafin Contreras Galeano

¿Está Dios encendiendo sus lámparas?

"Una calurosa tarde de verano, se cubrió el cielo repentinamente de negras nubes y pronto el vívido resplandor de los relámpagos anunciaba una tempestad que se aproximaba. Retumbó el trueno en las alturas y el relámpago en zigzag resplandecía con siniestro brillo.
La señora Moreno estaba en pie al lado de la cama de su niñito de cinco años, que estaba observando cómo los relámpagos jugueteaban alrededor de su cama.
Como los relámpagos se sucedían uno tras otro, la señora se puso temerosa; entonces su niñito se volvió a ella, y mirándola con sus grandes ojos azules, le dijo: "¿Verdad que es brillante, mamá? ¿Está Dios encendiendo sus lámparas?"
El corazón de la madre se enterneció con la pregunta del niño, y todo temor la abandonó; reconoció que era Dios en verdad el que permitía la tempestad, y que él podía proteger a sus hijos en medio de ella. La confianza de su hijito había reprendido sus temores.
La fé de un niño puede enseñarnos que realmente Dios nos cuida. Los adultos somos propensos al temor mientras un niño puede descansar tomado de la mano con Dios. Que hoy podamos confiar en Dios como un niño.
Salmo 131:1-3
En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma.
Marcos 10:15
Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él.
Fuente: Renuevo De Plenitud
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eL Velo Razgado

Teniendo libertad para entrar en el santuario por la sangre de Jesús. Hebreos 10: 19
Entre los dichos famosos de los padres de la Iglesia ninguno es tan famoso como aquel de Agustín: “Tú nos hiciste para tí, y nuestros corazones no descansarán tranquilos hasta que no descansen en tí.”
El eminente santo expresa aquí, en pocas palabras, el origen y la vida interior de la raza humana. Dios nos hizo para sí, y esta es la única explicación que satisface el corazón del hombre que piensa, no importa lo que diga su razón. Si la falta de cultura y la perversidad hacen que alguien piense de otro modo, y llegue a otra conclusión, hay poco que algún cristiano pueda hacer por él. Para tal persona no tengo ningún mensaje.
Me dirijo a los que han sido enseñados en secreto por la sabiduría de Dios; me dirijo a los corazones sedientos, que han sido despertados por el toque de Dios en su fuero íntimo, y que no necesitan pruebas para saber lo que ha ocurrido muy adentro de sus almas.
La inquietud de su corazón es toda la evidencia que necesitan. Dios nos hizo para sí. El Compendio de Catecismo “aprobado por la Sagrada Asamblea de Westminster,” según consta en los textos de la Nueva Inglaterra, contiene las antiguas preguntas qué y por qué, y contesta con una sola frase que difícilmente podría ser superada en obras no inspiradas. Pregunta “¿Cuál es el fin principal de la existencia del hombre?”“El fin principal de la existencia del hombre es glorificar a Dios y gozar de su presencia por siempre jamás”.
Concuerdan con esto los veinticuatro ancianos que cayeron sobre sus rostros y adoraron a aquel que vive y vivirá por los siglo de los siglos, diciendo, “Señor, digno eres de recibir gloria, y honra y virtud; porque tú criaste todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser y fueron criadas” (Apocalipsis 4:11).
Dios nos hizo para su placer, y nos hizo de tal manera que es posible para nosotros y él gustar de la dulce comunión de los seres afines Esto significa para nosotros poder verle, caminar en compañía de él y gustar de su sonrisa. Pero nosotros nos hemos hecho culpables de esa “vil sublevación” de que habla Miltón en El Paraíso Perdido respecto de Satán y sus ángeles.
Nos hemos separado de Dios. Hemos dejado de obedecerle y amarle, y a causa de nuestra culpa y el miedo que se apoderó de nosotros, hemos huido de él cuan lejos pudimos.
Pero, ¿quién puede huir de su presencia cuando los cielos, y los cielos de los cielos no pueden contenerle? Cuando como lo dice el sabio Salomón “el Espíritu del Señor llena la tierra!’
La omnipresencia de Dios es una cosa, y es un hecho solemne, necesario para su perfección. Pero la manifestación de su presencia es otra cosa muy distinta. Y hemos huido de la presencia de Dios, como huyó Adán cuando se ocultó entre los árboles del huerto, o hemos exclamado como Pedro, “¡Apártate de mí, Señor, que soy hombre pecador!”
Así es como el hombre vive en la tierra alejado de la presencia de Dios, y por consiguiente, sin disfrutar del sitio que le corresponde. La pérdida de ese estado y condición para que fuera creado, es la causa de su incesante desasosiego.
La obra completa de Dios en la redención tiene por objeto desbaratar los efectos de aquella vil sublevación, y ponernos otra vez en correcta y eterna relación con él. Para eso es necesario que nos despojemos de nuestros pecados, que se efectúe la entera reconciliación con Dios y vivamos de nuevo en su presencia como antes.
La gracia preveniente de Dios es la que nos induce a buscarle y volver a su presencia. Esta gracia la notamos cuando hay inquietud y hambre en nuestro corazón, y nos sentimos impulsados a decir, “Me levantaré, e iré a mi Padre, y le diré: Padre, he pecado.”
Esta decisión es el primer paso, y como dijo el sabio chino Lao-Tsé, la ruta de mil millas comienza siempre con un paso”.
El viaje interior del alma desde las malezas del pecado hasta la presencia de Dios lo tenemos ilustrado hermosamente en el Tabernáculo del Antiguo Testamento.
Cuando el pecador se acercaba a Dios entraba primeramente al atrio, donde ofrecía una víctima, inmolada en el altar de bronce. Enseguida se lavaba en la fuente, también de bronce, que estaba al lado del altar.Luego entraba al lugar santo, que no tenía más luz que la del candelabro de siete brazos, emblema de Jesucristo, la luz del mundo. En el lugar santo se hallaban también la mesa de los panes, figura de Cristo, el Pan de vida, y el altar de oro, donde se quemaba el incienso continuamente, figura de las incesantes oraciones.
Aun cuando un creyente se goce estando en el culto, eso no quiere decir que ha entrado a la presencia de Dios. Hay otro velo que separa el lugar santo del santísimo. En el lugar santísimo se hallaba el arca del pacto, toda recubierta de oro, con los querubines de gloria, también de oro.Sobre la tapa del arca, llamada el propiciatorio, se manifestaba la gloria de Dios. Mientras el Tabernáculo estuvo en funciones, solo el sumo sacerdote, y una vez al año, podía entrar a este lugar santísimo, y no sin sangre, que ofrecía por sus propios pecados y los de todo el pueblo.Este velo espeso fue el que se rasgó en dos, de alto a abajo cuando Jesús murió en la cruz. El escritor sagrado nos dice que este velo rasgado indica que ahora está abierto y libre el camino al cielo, por medio del cuerpo de Cristo abierto en la cruz.
Todo lo que enseña el Nuevo Testamento concuerda con el Antiguo. Los redimidos de hoy no tienen por qué tener miedo de entrar al lugar santísimo. Dios quiere que nos abramos paso hasta su presencia, y que pasemos toda la vida allí. Y esto debe ser para nosotros una experiencia conciente. Una vida que se vive, cada día, más que una mera doctrina que se cree.
La luz que brillaba sobre el propiciatorio (Éxodo 40:34-38) era la manifestación visible de la presencia de Dios y el emblema de la orden de los levitas. Sin ella todo el culto del Tabernáculo y todo el sistema sacerdotal levítico carecerían de significado para Israel y para nosotros. Lo más importante del Tabernáculo era que la presencia de Jehová estaba allí. Allí, detrás del pesado velo, estaba Dios.
Del mismo modo la presencia de Cristo en el alma del creyente es el hecho más importante del cristianismo. En el corazón del mensaje del evangelio está el propio Dios en persona, esperando que sus redimidos lo acepten y se den cuenta de su presencia.
La clase de cristianismo actualmente de moda parece tener una noción solamente teórica de la presencia de Dios. Los que lo enseñan no parecen entender el privilegio que tiene el cristiano de saber que cuenta con la presencia de Dios. Se dice que estamos en la divina presencia posicionalmente, pero nada se menciona de la necesidad de estar en esa presencia experimentalmente.
El fervor ardiente que inflamó a tantos hombres de Dios en el pasado parece haber desaparecido completamente. La actual generación de cristianos se mide a sí misma por esta medida imperfecta. Un contentamiento innoble ha reemplazado al celo ardiente. Nos declaramos satisfechos con nuestras posiciones legales y poco nos importa la presencia o no presencia de Dios en nuestra vida.
¿Quién es éste que brilla detrás del velo con llamas ardientes? No es otro que Dios mismo, “el Dios Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas visibles e invisibles!’ Y, “un solo Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, que estuvo con el Padre antes de la creación de los mundos; Dios de dioses, luz de luces, el propio Dios, engendrado por el Padre, no hecho por él, pues es de la misma sustancia del Padre’.’ Y, “el Espíritu Santo, Señor y Dador de la vida, que procede del Padre y del Hijo, el cual juntamente con el Padre y el Hijo, es adorado y glorificado, constituyendo un solo Trino Dios, la Trinidad unificada; sin confundir las personas ni separar la sustancia. Porque el Padre constituye una persona, el Hijo otra, y otra el Espíritu Santo, con la misma gloria y la misma eterna majestad.” Así rezan los antiguos credos, y lo mismo declara la inspirada Palabra de Dios, la Biblia.
Detrás del velo está Dios. Ese Dios en pos del cual, con extraña inconsistencia, el mundo ha seguido en busca a ver si “por casualidad” daba con él. Dios se ha revelado en la naturaleza, y más perfectamente en la encarnación. Ahora quiere revelarse en plenitud a los humildes de alma y puros de corazón.
El mundo está pereciendo porque no conoce a Dios, y la iglesia languidece porque no goza de su presencia. La cura inmediata de todos nuestros males espirituales sería entrar a disfrutar de la presencia de Dios, y comprender que él está en nosotros y nosotros en él. Esto nos sacaría de nuestra lamentable estrechez y ensancharía nuestros corazones.
Quemaría las impurezas de nuestra vida como quema los insectos y los hongos el fuego que estalla en el zarzal. ¡Cuan vasto mundo para recorrer y cuan inmenso mar para nadar es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo! Es eterno, lo cual significa que su existencia es anterior a los tiempos y estos no lo afectan en nada.
El tiempo comienza y termina con él. Es inmutable, lo cual quiere decir que nunca ha cambiado y que no puede cambiar en la más ligera medida. Para cambiar tendría que pasar de lo mejor a lo peor o de lo peor a lo mejor. El no puede pasar jamás por ningún cambio de esa clase, porque siendo como es, perfecto, no puede ser más perfecto; y si llegase a ser menos perfecto ya no sería Dios.
Dios es omnisciente, y esto significa que sin esfuerzo alguno él ve y conoce todo lo que existe y todo lo que ocurre. Para él no hay pasado ni futuro. El es lo que es y no se le puede aplicar ninguna de las otras calificaciones que se aplican a los seres creados. El amor, la misericordia y la justicia son suyas en grado perfecto, y su santidad es tan inefable que es imposible compararla con nada más, ni hay palabras capaces de expresarla.
El fuego es lo único que puede darnos remotamente una vaga idea de ello. En la zarza que vio Moisés apareció en forma de llamas; en el prolongado viaje por el desierto se mostró en forma de columna de humo de día y de fuego de noche. El fuego que ardía entre las alas de los querubines, recibía el nombre de shekinah, que significa “presencia.” Así se manifestó Dios durante los años prósperos y felices de Israel. Y cuando la antigua dispensación fue reemplazada por la nueva, en el día de Pentecostés, descendió en forma de lenguas de fuego que se asentaron sobre los discípulos.
Spinoza habló acerca del amor intelectual de Dios. Pero el más alto grado del amor de Dios no es intelectual, sino espiritual. Dios es espíritu, y únicamente el espíritu del hombre puede llegar a conocerlo en realidad. El fuego divino debe arder en las profundidades del espíritu del hombre. Al no ser así, el amor del hombre no puede ser verdadero amor de Dios. Los grandes en el Reino de Dios son aquellos que lo han amado a El en el espíritu más que otros.
Nosotros sabemos quiénes han sido éstos, y les rendimos el tributo de nuestra admiración. Basta que nos detengamos un minuto a pensar en ellos para que sus nombres desfilen ante nosotros con un perfume de mirra, casia y áloe.
Federico Faber fue una de esas almas que ansiaba conocer a Dios, y vivir cerca de él, como el corzo ansia las aguas para beber de ellas. Y la manera en que Dios se revela al corazón que le busca, inflama toda la vida del hombre, con un deseo tal de adorarle que rivaliza con el de los mismos serafines. El amor que siente por Dios se extiende a las otras personas del Dios trino, pero sabe sentir un amor especial por cada una de ellas. A Dios el Padre le canta:Solo el pensar en ti, mi Dios, ¡cuánto placer me da!
Solo tu nombre mencionar, trae felicidad.Padre de Cristo, don de amor, bien puedo imaginar
La dicha inmensa que dará tu rostro contemplar.
Su amor por Jesucristo era tan intenso que amenazó con consumirlo; ardía en él como una dulce y santa locura, y fluía de sus labios como oro derretido. Dice en uno de sus sermones, “Dondequiera que miremos en la iglesia, allí está Jesús. El es el principio, el medio y el final de todo.
No hay nada bueno, nada santo, nada hermoso, nada deleitable, que El no lo dé a sus siervos. Nadie necesita ser pobre, porque si él lo quiere, Jesús puede ser suyo. Nadie necesita abatirse, porque Jesús es el gozo del cielo, y lo que él más desea, es entrar en los corazones tristes.
Podemos exagerar muchas cosas, pero jamás las obligaciones que tenemos para con él, ni la abundancia del amor que él tiene para nosotros. Podemos estar toda la vida hablando de Jesús, y aún no agotaríamos todo lo bello que podemos decir de él.
La eternidad no bastará para llegar a conocerlo por completo, ni para alabarle por todo lo que ha hecho por nosotros. Pero eso no importa, porque de todos modos estaremos siempre con él, y no queremos hacer otra cosa.”Luego, dirigiéndose al Señor, dice:Te amo tanto, Salvador, prendado estoy de ti. Tu amor es fuego abrasador que me consume a mí.
El ardiente amor de Faber se extendía también al Espíritu Santo. No solo reconocía la igualdad del Espíritu con el Padre y el Hijo, sino que también lo celebraba en sus cantos y oraciones. Se inclinaba literalmente, hasta tocar el suelo con su frente cuando celebraba un férvido culto a la tercera Persona de la Trinidad.
En uno de los grandes himnos que dedicó al Espíritu Santo, dice:’Espíritu Santo, sin par tu incomparable amor jamás lo podré yo explicar al pobre pecador. Aun a riesgo de cansar al lector, he hecho estas acotaciones para señalar que Dios es tan maravilloso, tan completamente deleitoso, que sin ninguna otra cosa mas que su presencia, puede satisfacer los más exigentes anhelos de la naturaleza humana, por más exigente que ésta sea.
La adoración y el culto que Faber practicaba (y él pertenece a esa gran compañía que nadie puede contar) no es de las que se adquieren por el mero conocimiento intelectual. Los corazones capaces de quebrantarse hasta lo sumo, movidos por el amor al Dios trino y único, son aquellos que han estado en presencia de la Deidad, y la han contemplado con ojos despejados.
Los hombres de corazón quebrantado son incomprensibles para la gente común.
Ellos hablan habitualmente con autoridad espiritual. Han estado en la presencia de Dios, y hablan de lo que han visto allí. Son profetas, no escribas. El escriba habla de lo que ha leído; el profeta relata lo que ha visto.
Esta distinción no es imaginaria. Entre el escriba que ha leído y el profeta que ha visto hay una separación abismal. Hoy en día tenemos infinidad de escribas, pero muy pocos profetas.
La voz estridente de los escribas aturde a los oídos de la iglesia, pero ¿dónde está la voz suave de los profetas que han pasado más allá del velo, y han echado un vistazo a esa Maravilla que es Dios? Y tengamos en cuenta, este privilegio de entrar adentro del velo hasta la santa presencia, es el derecho de cada hijo de Dios en el día presente.
Habiendo desaparecido el velo de separación, por el cuerpo desgarrado de Cristo, y no habiendo por parte de Dios ningún impedimento para acercarnos a él, ¿por qué es que nos mantenemos afuera? ¿Por qué nos conformamos con vivir en el atrio, cuando podemos entrar hasta el lugar santísimo?Le oímos decir al novio, “Déjame ver tu rostro, déjame oír tu voz, porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto” (Cantares 2:14)Nos damos cuenta que estas palabras se dirigen a nosotros, sin embargo, tardamos en responder a ellas. Pasan los años, nos envejecemos, y nos cansamos de merodear por el patio exterior. ¿Qué es lo que nos impide entrar?
La respuesta que se da generalmente es que “estamos fríos” pero esto no explica la realidad de las cosas. Lo que ocurre es algo más grave que la frialdad del corazón. Hay algo que está oculto y que provoca esa frialdad.¿Qué es ese algo? No es otra cosa que el velo de separación que conservamos en el corazón. Este velo impide que veamos el rostro de Dios. Y no es otro que el velo de nuestra naturaleza humana caída, que aún no ha sido juzgada, crucificada y repudiada dentro de nosotros. Es el velo, de la supervivencia de nuestro “yo,” que nunca hemos querido doblegar, y que no hemos sometido a la crucifixión.
Este velo sombrío nada tiene de misterioso, ni es difícil identificarlo. Basta que echemos una mirada a nuestro corazón para que lo veamos, recosido y remendado y reinstalado, verdadero enemigo de nuestra vida y real impedimento de nuestro progreso espiritual.
Este velo no es bonito, y no nos gusta hablar de él. Pero me estoy dirigiendo a almas sedientas que se han determinado seguir a Dios, y yo sé que ellas no se volverán atrás porque el camino pasa a través de cerros sombríos. La urgencia de Dios que sienten en su interior los impulsará a seguir. Harán frente a los hechos, por desagradables que éstos sean, y soportarán la carga de la cruz por el gozo que les espera. Por eso me atrevo a mencionar los hilos con los cuales se ha tejido ese velo interior.
Está entretejido con los delicados hilos del egoísmo, cruzados con los pecados del espíritu humano. Esto no es algo que nosotros hacemos, sino algo que nosotros somos, y en esto reside su sutileza y poder.
Para ser específicos, estos pecados del ser interior son la justificación propia, la propia conmiseración, la autosuficiencia, la admiración de sí mismo y el amor propio. Y otra cantidad de pecados semejantes. Ellos están tan profundamente metidos en nuestra naturaleza, y son tan semejantes a nuestro modo de ser que es muy difícil verlos, hasta que la luz de Dios se enfoca sobre ellos.
Las manifestaciones más groseras de estos pecados, egoísmo, exhibicionismo, auto alabanza, que exhiben aun grandes líderes cristianos, son toleradas en los círculos más ortodoxos, aunque parezca extraño que lo digamos. Muchas personas llegan hasta identificarlos con el evangelio.
No es cinismo decir que dichas cualidades han llegado a ser requisito imprescindible para lograr popularidad y prestigio. La exaltación del individuo, más que la de Cristo, es tan común que a nadie le llama ya la atención.
Podría suponerse que la correcta enseñanza de la depravación humana y la justificación en Cristo, nos librarían de estos feos pecados, pero no es así. El pecado del yoísmo es tan presuntuoso que puede medrar al lado mismo del altar. Puede ver morir a la sangrante Víctima, sin inmutarse en lo más mínimo. Puede defender con calor las doctrinas fundamentales y predicar con elocuencia la salvación por gracia, y sentirse halagado por estos esfuerzos.
Hasta el mismo deseo de buscar a Dios parece servir para que el yoísmo se afirme y crezca. El “yo” es el velo opaco que nos oculta el rostro de Dios.
Lo único que puede quitarlo es la experiencia espiritual, nunca la instrucción religiosa. Tratar de hacerlo así es como querer curar el cáncer con tratados de medicina.
Antes que seamos librados de ese velo, Dios tiene que hacer una obra destructiva en nosotros. Tenemos que invitar a la cruz que haga su obra dentro de nosotros. Debemos poner nuestros pecados del “yo” personal delante de la cruz para que sean juzgados. Debemos estar dispuestos a sufrir cierta clase de sufrimientos, tales como los que sufrió Jesús cuando estuvo delante de Pilato.
Tengamos en cuenta que al hablar de rasgar el velo, estamos usando una figura poética que es placentera, pero la experiencia real en sí nada tiene de agradable. En la experiencia humana ese velo se forma de tejidos espirituales vivientes; está constituido de ese material sensible y vacilante que es nuestro ser. Cualquier cosa que lo toca nos hiere a nosotros con vivo dolor.
Arrancar ese velo es hacernos daño, nos lastima y nos hace sangrar. Decir otra cosa es hacer que la cruz no sea cruz y la muerte no. sea muerte.
Nunca será divertido morir. Desgarrar la tela de que está compuesta la vida nunca dejará de ser doloroso. Pero eso es lo que la cruz significó para Jesús y es lo que debe significar para nosotros.
Tengamos cuidado de no tratar chapuceramente con nuestra vida interior con la esperanza de rasgar nosotros mismos el velo. Dios tiene que hacer eso.
La parte nuestra debe ser entregarnos y confiar. Debemos confesar, desechar, resistir nuestros antojos y egoísmos, y darnos por co-crucificados con Cristo. Pero esta co-crucifixión no debe ser una laxa “aceptación” de Cristo, sino una verdadera obra hecha por Dios.
No podemos conformarnos solamente con creer en una bonita y agradable doctrina de la crucifixión del yo. Si esto hiciéramos, estaríamos imitando a Saúl, que sacrificó algunas cosas, pero reservó para sí lo mejor del despojo.Insistamos en que la obra sea hecha conforme a la mejor doctrina y también en la más completa realidad.
La cruz es tosca, y mortal, pero es efectiva. No deja a las víctimas colgando indefinidamente de ella. Llega el momento cuando la obra queda consumada y la víctima muere. Es después de la muerte que viene el gozo de la resurrección y la alegría de ver rasgado el velo.
Entonces olvidamos los dolores que ha costado, y disfrutamos de la gloria de la presencia del Dios vivo.
Señor, ¡cuan preciosos son tus caminos, y cuan inciertos y sombríos son los nuestros!
Enséñanos a morir, para que nos levantemos después a novedad de vida. Rasga de alto a abajo el velo de nuestro egoísmo, como rasgaste en dos el velo del templo. Nosotros nos acercaremos a tí en plena certidumbre de fe.Moraremos diariamente contigo aquí en la tierra, para acostumbrarnos a la gloria del cielo cuando lleguemos allá, para estar eternamente a tu lado.En el nombre de Jesús, Amén.
A. W. Tozer
Chicago. E.U.A.


Caracol Sin Casa

Se podría decir que el nudibranquio o "babosa de mar" es un caracol sin caparazón lo que haría que este animal quede totalmente desprotegido. Pero, para defenderse, este ingenioso animal a desarrollado algunos métodos muy interesantes.
Algunas babosas tienen coloraciones espectaculares en forma de bandas o puntos que rompen su silueta confundiendo su aspecto.
Otras combinan colores que en el mar son advertidores de veneno para los depredadores como el rojo y negro o amarillo, naranja y negro.
Otras especies poseen espículas calcáreas en la piel, otras tienen mal sabor o segregan sustancias tóxicas para defenderse de un ataque.
Estos moluscos tienen un régimen carnívoro sumamente especializado: se alimentan de esponjas, cnidarios y briozoos. Algunas especies poseen apéndices dorsales en forma de sacos. En éstos receptáculos acumulan las células urticantes de las anémonas e hidroideos que les sirvieron de alimento, de modo que cuando un depredador las muerde, liberan los apéndices y el atacante queda escarmentado.
Tito Rodriguez
Director Instituto Argentino de Buceo
Cómo el caracol sin casa, los cristianos necesitamos estar conscientes de que Dios quiere que desarrollemos sistemas de defensa para mantenernos en victoria en medio de un mundo lleno de ataques y de un ataque espiritual continuo. Nuestros sistemas de defensa son la oración, el estudio diario de la Palabra de Dios y las disciplinas espirituales. Cuando un creyente vive en contacto permanente con Dios, ni el mundo, ni el demonio ni la carne podrán llevarlo al desastre. ¿Cómo están tus defensas espirituales?
II Crónicas 6:40
Ahora, Dios mío, te ruego que tus ojos se mantengan abiertos, y atentos tus oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.
Proverbios 15:29
El Señor se mantiene lejos de los impíos,pero escucha las oraciones de los justos.
Filipenses 1:19
Porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo, todo esto resultará en mi liberación.
Fuente : Renuevo de Plenitud
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Periodista solo de día

Según una orden emitida la semana pasada el gobierno de Irán del Presidente Mahmud Ahmadinejad, las mujeres periodistas de la agencia IRNA y del Diario Irán-ambos adscriptos al Ministerio de la Cultura- deberán regresar a sus casas antes de las seis de la tarde por la “necesidad de su efectiva presencia en la familia, para desarrollar su sensible de deber en la educación de los hijos.
Por lo menos el gobierno Iraní está pensando en la necesidad de no permitir que las mujeres que trabajan en el periodismo en el Ministerio de Cultura sean desprendidas del hogar.
Sin embargo, necesitamos recordar como padres, que es responsabilidad nuestra incluir en nuestra agenda el tiempo necesario para compartir con los hijos. NO tenemos que esperar que alguien saque una ley para eso. Muchos están sacrificando el tiempo tan vital que le pertenece a los hijos, por gastarlo desesperadamente en el trabajo, los amigos o quizá al llegar en casa aislarnos en la TV, sin aprovechar esos minutos tan valiosos que para los hijos les devuelven la sensibilidad.
Salmos 36:7
¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.
Salmos 103:13
Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.
Salmos 127:3
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.
Fuente: Renuevo de Plenitud







jueves, 19 de noviembre de 2009

Hombres de otra clase

Cuando leo acerca de las hazañas de los santos del Antiguo Testamento, mi corazón arde. Estos santos estaban tan cargados por la causa del nombre de Dios, que hicieron poderosas obras que desconciertan la mente de la mayoría de cristianos hoy en día.
Aquellos santos de antaño eran como rocas en su negativa en ir delante sin una palabra de Dios. Y ellos lloraron y gimieron a veces por días por la condición descarriada de su casa. Ellos se negaban a comer, beber o lavar sus cuerpos. Ellos arrancaban mechones de pelos de su cuero cabelludo y sus barbas. El profeta Jeremías inclusive se recostó de costado en las calles de Jerusalén por 365 días, continuamente advirtiendo del juicio venidero de Dios.
Me pregunto ¿De donde estos santos obtuvieron la autoridad espiritual y la fuerza para hacer todo lo que ellos hicieron? Ellos eran hombres de una clase diferente, siervos de un tipo totalmente diferente de aquellos que nosotros vemos en la iglesia hoy. Simplemente no me puedo identificar con ellos y su andar. Yo sé que no soy totalmente de su clase. Y no conozco a un solo cristiano que lo sea.
Algo acerca de esto me inquieta. La Biblia dice que las proezas de los hombres del Antiguo Testamento fueron registradas como lecciones para nosotros: “Estas cosas les acontecieron como ejemplo y están escritas para amonestarnos a nosotros a quienes han alcanzado los fines del siglo” (1Corintios 10:11). Sus historias son como ejemplos, para mostrarnos como mover el corazón de Dios, o como llevar a un pueblo corrupto al arrepentimiento.
Así que, ¿Fueron estos santos una raza especial? ¿Eran superhombres, con un destino predeterminado, dotados con poderes sobrenaturales desconocidos para nuestra generación? De ninguna manera. La Biblia declara enfáticamente que nuestros piadosos ancestros eran personas como tú y yo; sujetas a las mismas pasiones de la carne (vea Santiago 5:17). El hecho es que, sus ejemplos nos revelan un patrón a seguir. Estos hombres poseían algo en sus caracteres que causaba que Dios pusiera su mano sobre ellos. Por eso Dios los escogió para cumplir sus propósitos. Y él nos insta a buscar la misma calidad de carácter hoy.
Estoy inquieto por otra diferencia entre estos hombres del pasado y la mayoría de los cristianos de hoy. Vivimos en la época más perversa de la historia. Nuestra presente generación es muchas veces peor que aquélla de Nínive o Sodoma. Nosotros tenemos la cerviz mas endurecida que el antiguo Israel, más violentos que en los días de Noe. Si hubo un tiempo cuando el mundo necesita santos de una fe intensa, es ahora. Y creo que Dios esta buscando la misma clase de siervos devotos hoy. Él esta buscando hombres y mujeres quienes se esforzarán por conocer su corazón, hacer proezas poderosas en su nombre, y traer sociedades enteras de vuelta a él.
Piénsalo: ¿Por qué Dios levantaría hombres de profundo quebrantamiento y búsquedas santas en tiempos pasados, y sin embargo descuidar de hacer lo mismo hoy? ¿Por qué él arbitrariamente dejaría a la generación mas necesitada en la historia, sin voces santas? Sabemos que Dios no ha cambiado. El es el mismo, ayer, hoy, y por todos los siglos (vea Hebreos 13:8). Y servimos al mismo Señor como aquellas generaciones pasadas. Así que, ¿donde están los siervos intensos hoy quienes llevaran su carga y hablaran por su causa?
Finalmente, lo que más me inquieta es que nosotros poseemos algo que aquellos hombres santos no poseyeron. En estos últimos días, el Señor ha derramado sobre nosotros el don del Espíritu Santo. Por lo tanto, nuestra generación tiene acceso a más poder ayudador y dones celestiales que nunca. En resumen, nos ha dado todo lo que necesitamos para levantarnos como hombres de otra clase. Y Dios esta llamando a tales siervos a salir y ser apartados.
La pregunta para nosotros es, ¿Por qué Dios tocó y ungió a estos hombres en particular tan poderosamente? ¿Por qué sus ministerios fueron capaces de cambiar los destinos de naciones enteras? La Biblia revela como estos “hombres de otra clase” se hicieron tan embelesados con el Señor y con su causa. Y esto expone como sus sendas pueden ser seguidas por cualquier siervo de Dios.
1. Esdras fue un hombre de Dios que despertó a toda su nación.
La Escritura dice que Esdras fue un hombre que tenía la mano de Dios sobre él. Esdras testifico, “…Y yo, fortalecido por la mano de mi Dios sobre mí,” (Esdras 7:28). En otras palabras, Dios extendió su mano, envolviendo a Esdras y lo hizo un hombre diferente.
¿Por qué Dios haría esto con Esdras? Había cientos de escribas en Israel en ese tiempo. Todos ellos tenían el mismo llamado a estudiar y a exponer la palabra de Dios al pueblo. ¿Qué separo a Esdras de los otros? ¿Qué hizo que el Señor pusiera su mano en este hombre, y le diera cargo sobre 50,000 personas para reedificar la ciudad caída de Jerusalén?
La Escritura nos da la respuesta “Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla” (Esdras 7:10). Es simple: Esdras hizo una decisión consciente. Él determina por encima de todo escudriñar la Palabra de Dios y obedecerla. Y el no se desvió de esa decisión. El se dijo a sí mismo, “Voy a ser un estudiante de la Palabra. Y voy a aplicar todo lo que lea.”
Esdras no tuvo alguna experiencia sobrenatural que le dio un amor por las Escrituras. El no fue movido por el Espíritu de Dios en la noche ni le fue dicho, “Tú vas a guiar a 50,000 al arrepentimiento y hacer mi obra. Y para hacer eso, vas a necesitar poder, fuerza, pureza, y autoridad espiritual. Sin embargo, esto solo viene conociendo y obedeciendo mi Palabra. Así que para cumplir mi plan para ti, voy a dotarte con amor por las Escrituras. Mañana, tú despertarás con un hambre insaciable para estudiar y obedecer y mi Palabra.”
Esa fue la forma en que ocurrió eso, de ninguna manera. Mucho antes que Dios pusiera su mano sobre Esdras, este hombre era diligente en escudriñar las Escrituras. Él permitió ser examinado, lavado por ella y limpiado de toda inmundicia de cuerpo y de espíritu. Como resultado, Dios vio en Esdras a un hombre que estaba saturado de la Palabra. Esdras tenía hambre de las Escrituras y se regocijaba en ellas. En resumen, él permitió que las Escrituras prepararan su corazón para cualquier obra de Dios para él. Esta es la razón por la cual Dios puso su mano sobre Esdras y lo ungió.
Como Esdras, David era un “hombre de otra clase” que cambio el curso de su nación. Y como Esdras, David saturó su corazón en la Palabra Dios. Él escribió el Salmo 119, el cual contiene 176 versos, casi cada uno de ellos exaltando la gloria de la palabra de Dios: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti… Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidare de tus palabras… ¡Oh, cuanto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación… Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino… sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo” (119:11, 16, 97, 105, 140).
Esdras también dispuso su corazón a ayunar y orar.
“Y publiqué ayuno… para afligirnos (humillarnos) delante de nuestro Dios, para solicitar delante del camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes” (Esdras 8:21).
A estas alturas, Esdras estaba guiando a la congregación de vuelta a Jerusalén. El camino iba a ser peligroso, lleno de ladrones, rateros, y asesinos. Así que el rey de Persia ofreció enviar una tropa para que fueran con ellos. Pero Esdras no aceptó su oferta. En cambio, él testificó al rey, “La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan: Más su poder y su furor contra todos los que le abandonan.” (8:22).
La respuesta de Esdras nos dice varias cosas sobre la forma de pensar de un “hombre de otra clase.” Primero, Esdras confirma otra vez que la mano de Dios no solo esta sobre unos pocos destinados. El Señor extiende su toque a todos los que determinan buscarle: “la mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan.”
Segundo, Esdras le dice al rey, ‘El furor (de Dios) contra todos los que le abandonan.” Él estaba diciendo, en esencia, “Gracias por su oferta, rey, pero nosotros servimos a un Dios poderoso. Él es capaz de preservarnos a través de cada aspecto de la obra a la cual nos ha llamado a cumplir.” Esdras tenia un sentir tan fuerte acerca de esto, que la Escritura dice que el estaba realmente “avergonzado de pedir al rey tropa de gente a caballo que os defendiesen del enemigo en el camino” (8:22).
Finalmente, Esdras mandó al pueblo a ayunar. Esto nos dice que el no estaba diciéndole a la gente que aceptara las promesas de Dios por fe. El no solo dijo, “Tenemos que confiar en la Palabra Dios que él nos protegerá. Mientras tanto, sigamos adelante.”
No, según Esdras, había algo más que hacer. Él estaba diciendo, “Si, creemos en la Palabra de Dios para nosotros. Pero ahora tenemos que ayunar y orar hasta que veamos que la palabra se cumpla. Y no vamos a dar un paso adelante hasta que esto ocurra.” Así que, la Escritura dice, “Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y el nos fue propicio… y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libro de la mano del enemigo, del acechador en el camino” (8:23,31).
Esta misma calidad de carácter es encontrada a través del Antiguo Testamento. Moisés, Josué, los ancianos y profetas todos ayunaron y oraron. Ellos no solamente aceptaron la Palabra de Dios por fe. Ellos actuaron en ella en fe. Y eso no significa solo ir al azar, sino ayunar y orar primero, en total confianza para ver la Palabra de Dios cumplirse.
Este mismo patrón bíblico es destinado para nosotros hoy. El Ejército de Salvación fue fundado por el General Booth por medio de oración y ayuno. De la misma manera, nuestro propio Desafió Juvenil nació hace más de cuarenta años de la oración y ayuno. Lo mismo es cierto de un sinnúmero de ministerios que están prosperando hasta este día. El Señor llama a ayuno y oración a cualquiera que dispone su corazón a la causa de Dios.
Además del estudio de la Palabra de Dios y oración y ayuno, debe haber unapurificación por su Palabra.
Esdras y aquellos de su tipo lloraron y se regocijaron bajo la mano de Dios. Sin embargo, ¿Cómo fue que estos devotos hombres llegaron a esta condición? ¿Cómo llegaron a compartir el corazón quebrantado de Dios por lo pecados de su generación?
Hallamos la respuesta en el ministerio de Esdras. Una vez que el pueblo llego a Jerusalén, Esdras fue usado por Dios para traer un arrepentimiento profundo y radical. “Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amen! ¡Amén¡ Alzando sus manos” (Nehemías 8:6).
Esdras luego leyó la Palabra de Dios al pueblo y “Todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley” (8:9). Sin embargo, tan pronto como el pueblo se había arrepentido, Esdras, les insto a regocijarse. “Dijeron a todo el pueblo… no os entristezcáis ni lloréis… no os entristezcáis; porque el gozo de Jehová es nuestra fortaleza” (8:9-10). Así que “todo el pueblo fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que le habían enseñado” (8:12).
Yo te pregunto, ¿Por qué había allí regocijo? Fue porque un hombre ya había tomado la carga de compartir el acongojado corazón de Dios por el pecado de su pueblo. Esdras ya sabia de sus transgresiones, como se habían mezclado con paganos y habían tolerado sus abominaciones. ¿Cuál fue la reacción de Esdras a esto?
“Cuando oí esto, rasgue mi vestido y mi manto, y arranque el pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo… Me postre de rodillas, extendí mis manos a Jehová mi Dios, y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, nuestros delitos han crecido hasta el cielo… Porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto.” (Esdras 9:3, 5-6,15).
Esdras fue sacudido hasta lo mas profundo de su ser una vez que vio la profundidad del pecado del pueblo. Sin embargo, ¿Cómo supieron cuan profundamente ellos habían herido el corazón de Dios? Era porque Esdras tenía una clara visión de la ira de Dios. La palabra de Dios era un martillo a su alma, haciéndole llorar, “Estoy avergonzado, tengo que ruborizarme en tu presencia por nuestros pecados.” Nadie puede experimentar esta clase de quebrantamiento que Esdras tuvo a no ser que haya sido martillado por la Palabra.
Lo mismo es cierto para cada amante de Jesús hoy. Si estamos saturados en su Palabra, conocemos personalmente el efecto de su martillo. Este cae y rompe cada roca de orgullo y mancha en nosotros. Y nuestros corazones terminan quebrantados por como nuestros pecados lo han herido. “¿No es mi palabra… como martillo que quebranta la piedra?” (Jeremías 23:29). Luego viene el verdadero gozo.
2. Jeremías habla de comprometer el corazón a buscar al Señor (Jeremías 30:21).
Hallamos estos mismos patrones bíblicos en la vida de Jeremías. Este hombre también dispuso su corazón para buscar al Señor, y la Palabra de Dios vino a él. Una y otra vez leemos del profeta, “Palabra de Jehová vino a Jeremías.”
Muchos comentaristas llaman a Jeremías el profeta llorón, y eso es ciertamente verdad de él. Pero este hombre también nos trajo el evangelio más feliz y digno de alabanza en todo el Antiguo Testamento. Después de todo, él predijo la gloria venidera del nuevo pacto: “Haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien” (Jeremías 32:40). “Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová.” (31:14). “Los limpiare de toda su maldad” (33:8).
Ahora, esas son buenas noticias. El Nuevo Pacto esta lleno de misericordia, gracia, gozo, paz y bondad. Pero, como puedes ver, hay una historia detrás de cada palabra de Jeremías aquí. Y esa historia incluye un quebrantamiento que va mucho más allá de la capacidad de un ser humano.
Jeremías escribió, “¡Mis entrañas, mis entrañas¡ Me duelen las fibras de mi corazón; Mi corazón se agita dentro de mí, no callare; Porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía pregón de guerra” (4:19). “¡Oh alma, si mi cabeza se hiciere aguas, y mis ojos fuente de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!” (9:1).
Jeremías estaba llorando con lágrimas santas, que no eran suyas. En realidad, este profeta verdaderamente oyó a Dios hablar de su propio lloro y corazón quebrantado. Primero, el Señor advirtió a Jeremías que iba a enviar juicio sobre Israel. Luego él dijo al profeta: “Por los montes levantare lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto” (9:10). La palabra griega para lamentación aquí significa lloro. Dios mismo estaba llorando por el juicio que vendría sobre su pueblo.
Cuando Jeremías oyó esto, él compartió la carga del lloro de Dios por su pueblo. Y también he conocido santos piadosos que han tomado esta carga. La hermana Basílea Schlink, la fundadora de la Iglesia Evangélica de la Hermandad de Maria en Alemania, fue una devota sierva de Cristo. Nos hicimos amigos a través de los años, y esta devota mujer parecía conocer de primera mano el llanto de la carga del corazón de Dios.
A menudo cuando yo visite el centro de ministerio de las hermanas y fui a la capilla y las encontré llorando. Ellas lloraban por muchas cosas, incluyendo el papel de su país en la matanza de Hitler a los judíos. Ellas lloraban por horas por tales transgresiones. Al principio, no podía comprender porque los creyentes escogieran llorar por horas en una sesión. Después comencé a aprender de la hermana las profundidades de la herida que Dios siente por nuestros pecados. Sus muchos escritos son conmovedoras expresiones de aquellas profundidades.
Yo también sentí algo de esta carga de llanto del Señor mismo durante un viaje de predicación reciente a las islas británicas. Mientras hablaba de la condición caída de la iglesia, un reportero británico me pregunto, “¿No tienes nada bueno que decir sobre la religión?”
Su pregunta me hizo pensar de la terrible condición de tanta gente joven de allí. Ellos están viviendo en las calles embriagándose en jaranas, drogándose, totalmente fuera de sí. Mientras tanto, la iglesia de Inglaterra esta “desSantificando” iglesia tras iglesia; esto es, cerrando las puertas de las casas de adoración que estuvieron abiertas por siglos.
Cuando hable en la capilla Westminster, la iglesia del gran predicador E. Stanley Jones, la gente joven llenaba los balcones. Ellos estaban hambrientos de oír algo, cualquier cosa, que hable de la esperanza en Dios. Cuando yo di la invitación al final ellos fueron en torrente a las habitaciones de oración, llorando y lamentando por sus vidas quebrantadas y desesperadas. Una muchacha de dieciocho años tenía la mirada vidriosa mientras estaba en la línea de oración. Ella me dijo, Señor Wilkerson, no puedo llorar. La iglesia se ha llevado mi fe. No siento nada ahora.”
En esta escena y muchas otras como esta, yo fui vencido por un quebrantamiento, más allá de mi propio adolorido corazón. Era el llanto del corazón de Dios, diciéndome “David, si alguna vez yo necesite un profeta que llore por mi casa, es aquí y ahora.”
Así qué, ¿Qué ocurre cuando compartimos la carga de lloro del corazón de Dios? El Señor comparte con nosotros a cambio su misma mente y pensamientos; Jeremías testifica de esto. A él fue dado un conocimiento discernidor de sus tiempos que lo capacitaron para ver lo que se avecinaba. “Porque Jehová de los ejércitos que te planto ha pronunciado mal contra ti… y Jehová me lo hizo saber, y lo conocí; entonces me hiciste ver tus obras.” (Jeremías 11:17-18).
Cualquier santo quebrantado y saturado con la Palabra le será dado un sentido para discernir los tiempos. De hecho, muchos en la iglesia no fueron sorprendidos por los ataques del 11 de septiembre del 2001. Durante meses antes del desastre, la iglesia Times Square tuvo servicios de intercesión donde el llanto prevaleció, sin saber de donde venia el juicio. Pero nosotros fuimos conscientes de que el juicio venia. De la misma manera, yo creo que cada ministro piadoso que conoce el corazón lloroso de Dios también tuvo conciencia del juicio inminente.
3. Daniel fue un hombre de otra clase que dispuso su rostro hacia el Señor.
Daniel fue también “un hombre de otra clase” que habla de ser quebrantado: Y volví mi rostro hacia Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y ore a Jehová mi Dios e hice confesión” (Daniel 9:3-4). A cambio, Daniel fue capaz de discernir los tiempos, porque conocía el corazón de Dios. “…yo Daniel mire atentamente en los libros el número de los años de que hablo Jehová al profeta Jeremías” (Daniel 9:2). Además fue Daniel quien interpretó la visión de la roca cayendo de la montaña para aplastar todos los reinos del mundo.
¿Cómo llegó Daniel a este sendero de quebrantamiento, conocimiento y discernimiento? Esto comenzó con su estudio de la Palabra de Dios. Daniel permitió que las Escrituras se afirmarán completamente en él. Y él las cita a menudo y detalladamente, porque las había guardado en su corazón: “Como esta escrito en la ley…” (9:13).
En el capítulo 10, a este santo profeta le fue dada una visión de Cristo. “Y alce mis ojos y mire y he aquí un varón vestido de lino, y ceñido sus lomos de oro de Ufaz… y su rostro parecía como un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego… y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.” (10:5-6).
Ahora, había otros hombres con Daniel cuando él vio la visión. Y estos hombres tenían que ser creyentes. En su cautividad, Daniel había establecido una norma para si mismo de no asociarse con los malvados. Sin embargo estos creyentes que estaban con el ahora no eran “hombres de otra clase,” como Daniel. Así que cuando vino la visión aquellos hombres huyeron. “Y solo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apodero de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.” (10-7).
La presencia santa de Dios había enviado a estos hombres a correr en temor. Y sabemos que solamente corazones llenos de pecados ocultos pueden causar tal temor de la presencia del Señor.
Esto me lleva a una palabra final sobre el asunto de ser un creyente “de otra clase.” He estado pensando mucho últimamente sobre el día cuando compareceremos delante del Señor, en el juicio. En ese día, vamos a estar de pie delante de Cristo ambos hombre y Dios. Como nosotros, Jesús camino en la tierra, hablo con otros hombres y fue tocado por todos los sentimientos humanos. Y ahora, mientras cada uno comparecerá delante de él, veremos inmediatamente, un brillo en su ojo o una mirada herida.
Pienso en las palabras de Samuel a Saúl: “Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que el te había ordenado, pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón,” (1Samuel 13:13-14).
Saúl estará allí aquel día, junto a nosotros. Me pregunto que le dirá el Señor en aquel entonces. ¿Será algo como lo siguiente?
“Saúl, déjame mostrarte lo que yo tenia en mente para ti. Tú hubieras sido un padre tierno para David. Y la nación que gobernaste hubiera estado sobre sus rodillas en humildad delante de mí. Tú hubieras ganado para Israel el respeto de las naciones a su alrededor. Y mi pueblo hubiera gozado de paz como un rió. Yo te hubiera dado honor y un nombre que hubiera tenido el mismo sello de Dios sobre él.
“Pero todo resulto diferente. Tú abortaste mis planes para ti, porque no tomaste mi Palabra seriamente. En cambio, permitiste que los celos, la amargura, y la falta de perdón te robaran todo. Saúl, mira lo que perdiste.”
“Pero todo resulto diferente. Tú abortaste mis planes para ti, porque no tomaste mi Palabra seriamente. En cambio, permitiste que los celos, la amargura, y la falta de perdón te robaran todo. Saúl, mira lo que perdiste.”
Querido santo, estamos viviendo en tiempos de vida y muerte ahora mismo. Y es tiempo de escoger entre el camino a la vida espiritual y la obediencia, o el camino de la muerte espiritual e hipocresía. Considera las palabras de Moisés: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición, escoge pues la vida, para que vivas tu y tu descendencia.” (Deuteronomio 30:19).
Te insto, dispón tu corazón hoy a buscar a Dios con toda diligencia y determinación. Luego ve a la Palabra con un amor y deseo siempre creciente. Ora con ayuno para quebrantamiento, para recibir su carga. Finalmente, confiesa y abandona todo lo que impide que el Espíritu Santo abra las bendiciones del cielo para ti. El camino de los “hombres de otra clase” esta abierto a todos; ¿Caminaras por él?
David Wilkerson

lunes, 2 de noviembre de 2009

Dios en mi

Siempre te ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia" -Isaias 41:10
Me he dirigido a otros en momentos de necesidad, buscando la ayuda y el apoyo que parece que no encuentro en mi mismo.
Siento gratitud por los amigos y los seres queridos, por supuesto, pero solo Dios me dará la fortaleza para vencer las dificultades. La gracia sustentadora de Dios es lo suficientemente poderosa para transformar sentimientos de debilidad, perdida o soledad en sentimientos de paz, fortaleza y serenidad.
Dios esta en mi, un amigo sabio y amoroso. Dondequiera que estoy, mi amigo Dios esta allí. Enfrento la vida con fe y valor.
DIOS ES MI AMIGO SABIO Y AMOROSO.
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Conversaciones calladas con Dios

"Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiara tu mano"-Salmo 139: 9-10
Dios, puede que una gran parte de mi vida haya sido una búsqueda de significado y propósito. Sin embargo, ahora se que mi búsqueda no era acerca de mi; sino por Ti.
Lo se, porque encuentro la paz que añoro durante mis conversaciones tranquilas contigo. Cuando pienso en lo mucho que me amas, siento Tu espíritu moviéndose suavemente en mi. Sin embargo, comprendo que Tu presencia va mas alla de la forma porque estas en todas partes.
He adquirido mas sabiduría y aprendido de mis experiencias. He descubierto que mi viaje no es para descubrirte, porque has estado conmigo todo el tiempo.
¡Querido Dios. Tu estas conmigo aquí y ahora, y se que bendición es tener verdadera paz mental!
SIENTO LA pRESENCIA DE DIOS EN MI Y SE LO QUE ES LA VERDADERA pAZ MENTAL.
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Dios me ama

"Con amor eterno te he amado" Jeremías 31:3
¿Me veo limitado de alguna manera
puede que piense que soy menos de lo que debería ser. Que revelación tengo cuando comprendo que Dios me ve como fui creado para ser: perfecto en todo sentido, libre de acontecimientos o circunstancias.
Dios me ama tal como soy. Aunque cambio día a día, el amor de mi Creador por mi nunca cambia ni es retenido.
Siento el amor de Dios que me asegura que nunca estoy perdido ni solo. Aun en los momentos mas oscuros. Dios esta conmigo. Al dirigir mi atención hacia Dios, me siento en paz, porque estoy en la presencia de amor puro.
Dios, mi mayor apoyo, tiene fe absoluta en mi. Aunque yo parezca no tener ninguna en mi mismo. Me remonto a nuevas alturas en las alas del amor de Dios.
EL AMOR DE DIOS LLENA MI CORAZÓN.
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Indice de Reflexiones