José Mari Garbo de 23 años y compañía, su capacitación y experiencia como marinos les equipó con las habilidades necesarias para sobrevivir la odisea que atravesaron cuando su transbordador, “Princesa de las Estrellas”, zozobró frente a la Isla Sibuyán en Romblón, el sábado pasado. Garbo, uno de diez marinos que sobreviviese al tifón “Frank” durante el fin de semana, estaba entre los 28 pasajeros de la infortunada embarcación que fueron atendidos en las oficinas centrales de la Cruz Roja Nacional Filipina en Puerto Sur, Manila.
“Nosotros (marinos) estábamos más organizados porque sabíamos qué hacer. Sabíamos cómo balancearnos. Había momentos en que la balsa amenazaba con cerrarse al ser golpeada por las fuertes olas. Colocábamos nuestros pies en el borde de la balsa para evitar que se cerrase”, recuerda Garbo de su experiencia en el bote salvavidas. Garbo, quien ha laborado por año y medio como marino para embarcaciones internacionales, dijo que iba de camino a Liloan, Cebú. Al darse cuenta de que la nave estaba en problemas, buscó la manera de llegar a cubierta. Utilizó la manguera de incendio, atada a una de las verjas, como una soga improvisada por otro marino, Ray Padin de Ciudad Cebú, de 31 años.
“A diferencia de otros pasajeros que saltaron al mar a gran altura, decidí esperar que la nave estuviese más cerca del mar antes de saltar al recordar que en la película ‘Titanic’ algunos de los que saltaron a gran altura dieron contra las verjas del barco. Era más seguro saltar estando más cerca del mar”, dijo Garbo. Agregó que aparte de él, había otros nueve marinos a bordo de la balsa salvavidas. Descubrieron más tarde que todos venían de la misma escuela, la Universidad de Cebú.
Garbo compartió que cada vez que su balsa se llenaba de agua de mar y lluvia, usaban sus zapatos y bolsas de plástico para removerla, agregando que esto fue necesario para impedir que su bote se hundiese. “Pensé que era tan sólo un sueño. Tuve que pincharme la frente para darme cuenta de que lo que pasaba era real… En esos momentos clamaba a Dios por ayuda”, cuenta Garbo.
Pasaron 22 horas en el mar antes de divisar tierra. Pero cuando se hallaban a unos 50 metros del pueblo de Mulanay en la provincia de Quezón, su balsa se volteó y dos de sus pasajeros cayeron al agua, pero lograron sobrevivir. Todos los 28 pasajeros expresaron su gratitud a los residentes y al gobierno local de Mulanay. El Presidente de la Cruz Roja , el Senador Richard Gordon felicitó a los diez marinos y a los demás sobrevivientes por su heroísmo. Fue “Tatay” Vicente Bernas quien asumió el rol de “capitán” de la balsa recogiendo pasajeros en el camino.
“Uno por uno, rescataron a otros pasajeros y se ayudaron mutuamente en esta horrenda experiencia”, dijo Gordon. Agregó que las “heridas que ellos (los sobrevivientes) recibieron fueron causadas por su deseo de sobrevivir. Era el hombre contra la naturaleza, hombres contra ellos mismos y al final, se conquistaron a sí mismos para poder sobrevivir”, dijo él.
Gordon dijo que a pesar de la dificultad económica en el área, los residentes dieron a los varados pasajeros colchas, ropa y comida. “Anotamos su información de contacto. Esperamos que cuando regresemos a casa y tengamos algún dinero, podemos pagarle por ayudarnos”, dijo Garbo.
Tal pareciera que Dios nos creó con la capacidad de enfrentar los desastres y tragedias de la vida de manera conjunta, necesitando el apoyo los unos de los otros.
Es difícil sino imposible sobrevivir a las circunstancias adversas solos… pero cuando nos apoyamos en otros, se cumplen las palabras del sabio “cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente”.
¿Por qué andar y enfrentar la vida solos cuando Dios nos ha rodeado de familias, tanto la que nos regaló por vínculo sanguíneo natural, como la que nos ha agregado por la amistad, como por aquella a la que nos ha llamado por causa de nuestra fe?
Vamos, vamos, disfrutemos del caminar por la vida con el apoyo de otros.
Alex Arguello
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