Los Manantiales

Los Manantiales
Renovación para el alma

martes, 16 de septiembre de 2008

El Sembrador

De aquel rincón bañado por los fulgores que el sol de nuestro cielo triunfante llena, de la tranquila tierra donde entre flores se deslizo mi infancia dulce y serena. Oculto en el recuerdo de lo pasado, borroso cual lo lejos del horizonte, guardo el ejemplo nunca olvidado del sembrador mas raro que hubo en el monte.
Yo no se si era sabio, loco o prudente aquel hombre que humilde traje vestía, Solo se que al mirarle toda la gente con profundo respeto se descubría. Es que acaso su rostro sereno y noble a todos extrañaba por lo arrogante, que hasta los leñadores mirando al roble sienten las majestades de lo gigante.
Una tarde de otoño subí a la sierra y al sembrador sembrando encontré risueño. Desde que existen hombres en la tierra nunca se ha trabajado con tanto empeño !Quise saber curioso lo que el demente sembraba en la montaña sola y bravía. Me oyó con atención, benignamente y al fin dijo con onda melancolía: Siembro robles, pinos y sicómoros, quiero llenar de sombras esta ladera, quiero que otros disfruten de los favores que darán estas plantas cuando yo muera. ¿Y a qué tanto afanes en la jornada sin buscar recompensa?
Y el hombre contestó con la mano sobre la azada: ¿Acaso imaginas que me equivoco? El soberano impulso que mi alma enciende por los que no trabajan, trabajo y lucho. Si el mundo no lo sabe… Dios me comprende.
Hoy es el egoísmo torpe maestro al que rendimos cultos de varios modos: Si oramos pedimos siempre el pan nuestro nunca al Señor pedimos el pan de todos…En la propia miseria los ojos fijos buscamos las riquezas que nos convienen y todo lo arrastramos por nuestros hijos ¿Es que los demás padres... hijos, no tienen?
Vivimos siendo hermanos solo de nombre y en las guerras brutales con sed de odio hay siempre un fratricida dentro del hombre y el hombre para el hombre siempre es un lobo, por eso cuando el mundo triste contemplo yo me afano y me impongo dura tarea. ¡Y sé que vale mucho mi pobre ejemplo! Aunque pobre y humilde parezca y sea.
Hay que ser cual abejas que en la colmena fabrican para todos dulces panales, hay que ser como el agua que va serena brindando al mundo entero frescos raudales, hay que ser como el viento que siembra flores lo mismo en la montaña que en la llanura, hay que pasar la vida sembrando amores con la vista y el alma puesta en la altura.
Hay que sembrar por todos los que no siembran, hay que luchar por todos los que no luchan, hay que llorar por todos los que no lloran, hay que hacer que nos oigan los que no escuchan… dijo el loco.Y con noble melancolía,por las breñas del monte siguió trepando y al perderse en las sombras aún repetía: hay que seguir sembrando, siempre sembrando…


Alex Arguello

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