Un amigo mío tiene una niña de cinco años que va de camino a convertirse en teóloga. Un día preguntó a su padre: "¿Acaso los ángeles duermen?" Después de ponderar las dimensiones teológicas de su pregunta, el padre contestó: "Sí, creo que tal vez sí duerman". Su hija pasó a la pregunta siguiente: "Entonces, ¿cómo se ponen la pijama por encima de las alas?".
Puede que nos parezcamos más a esa niña de lo que pensamos. Parece que nunca dejaremos de hacer preguntas interesantes que no necesitan respuestas. Es sano ser inquisidor, pero no es sano obsesionarse por asuntos que en realidad no importan. Dichas preguntas pueden apartarnos de nuestra fe.
Lo que necesitamos saber de Dios y su voluntad para nosotros está claramente expresado en las Escrituras. Las palabras que habló por medio de Moisés a su pueblo se aplican a nosotros hoy. "Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni fuera de tu alcance. Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes".
Deuteronomio 30:11,14
La Biblia no es una adivinanza; es una revelación. Nos dice todo lo que necesitamos saber para ser todo lo que Dios quiere que seamos en todas las situaciones de la vida.
La Biblia es tan sabia en lo que no dice como en lo que dice.
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