Cierta vez un lobo, después de capturar a un carnero en un rebaño, lo arrastraba a su guarida. Pero un león que lo observaba, salió a su paso y se lo arrebató.
Molesto el lobo, y guardando prudente distancia le reclamó: “¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!”
El león, riéndose, le dijo: “Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo”.
Moraleja: Lo que ha sido mal habido, de alguna forma llegará a ser perdido.
Fábula de Esopo
Sumergidos como estamos en medio de una sociedad que está dispuesta a hacer lo que sea por alcanzar el éxito personal, esta fábula de Esopo nos recuerda que en la vida no podemos andar de esa manera.
La Biblia nos recuerda que habremos de cosechar lo que hayamos sembrado… algo que, en la práctica, muy pocas personas parecen aceptar.
Tal parece que el enemigo de nuestras almas nos ciega al momento que estamos en condiciones de sembrar y tan sólo nos anima el lograr las metas y objetivos del momento… sin importarnos las consecuencias para quienes nos rodean.
Pero, ¿quién dijo que tenemos que seguir haciendo eso? Dios está a nuestro lado brindándonos una nueva oportunidad para comenzar de nuevo.
¿Qué tal si la aceptamos? Adelante y que Dios les continúe bendiciendo.
Raúl Irigoyen
La experiencia me ha enseñado que los que siembran maldad cosechan desventura. Job 4:8.
Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo. Salmo 126:5.
Molesto el lobo, y guardando prudente distancia le reclamó: “¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!”
El león, riéndose, le dijo: “Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo”.
Moraleja: Lo que ha sido mal habido, de alguna forma llegará a ser perdido.
Fábula de Esopo
Sumergidos como estamos en medio de una sociedad que está dispuesta a hacer lo que sea por alcanzar el éxito personal, esta fábula de Esopo nos recuerda que en la vida no podemos andar de esa manera.
La Biblia nos recuerda que habremos de cosechar lo que hayamos sembrado… algo que, en la práctica, muy pocas personas parecen aceptar.
Tal parece que el enemigo de nuestras almas nos ciega al momento que estamos en condiciones de sembrar y tan sólo nos anima el lograr las metas y objetivos del momento… sin importarnos las consecuencias para quienes nos rodean.
Pero, ¿quién dijo que tenemos que seguir haciendo eso? Dios está a nuestro lado brindándonos una nueva oportunidad para comenzar de nuevo.
¿Qué tal si la aceptamos? Adelante y que Dios les continúe bendiciendo.
Raúl Irigoyen
La experiencia me ha enseñado que los que siembran maldad cosechan desventura. Job 4:8.
Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo. Salmo 126:5.
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