Acto de abandono
(Ignacio Larrañaga)
En tus manos, oh Dios, me abandono,
modela esta arcilla,
como hace con el barro el alfarero.
Dale forma, y después, si así lo quieres
hazla pedazos.
Manda, ordena: ¿Qué quieres
que yo haga?
¿Qué quieres que yo no haga?.
Elogiado y humillado, perseguido,
incomprendido y calumniado,
consolado, dolorido, inútil para todo,
solo me queda decir a ejemplo de tu madre:
"Hágase en mí según tu Palabra".
Dame el amor por excelencia,
el amor de la cruz;
no una cruz heroica que pudiera satisfacer
mi amor propio;
sino aquellas cruces humildes y vulgares
que llevo con repugnancia. Las que encuentro
cada día en la contradicción,
en el olvido, el fracaso, en los falsos
juicios o en la indiferencia,
en el rechazo y el menosprecio de los demás,
en el malestar y en la enfermedad,
en las limitaciones intelectuales
y en la aridez, en el silencio del corazón.
Solamente entonces Tú sabrás que te amo,
aunque yo mismo no lo sepa,
pero eso basta.
modela esta arcilla,
como hace con el barro el alfarero.
Dale forma, y después, si así lo quieres
hazla pedazos.
Manda, ordena: ¿Qué quieres
que yo haga?
¿Qué quieres que yo no haga?.
Elogiado y humillado, perseguido,
incomprendido y calumniado,
consolado, dolorido, inútil para todo,
solo me queda decir a ejemplo de tu madre:
"Hágase en mí según tu Palabra".
Dame el amor por excelencia,
el amor de la cruz;
no una cruz heroica que pudiera satisfacer
mi amor propio;
sino aquellas cruces humildes y vulgares
que llevo con repugnancia. Las que encuentro
cada día en la contradicción,
en el olvido, el fracaso, en los falsos
juicios o en la indiferencia,
en el rechazo y el menosprecio de los demás,
en el malestar y en la enfermedad,
en las limitaciones intelectuales
y en la aridez, en el silencio del corazón.
Solamente entonces Tú sabrás que te amo,
aunque yo mismo no lo sepa,
pero eso basta.
Amén.
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