CVCLAVOZ - El tío Carlos tenía un pequeño piano Baldwin de estudio en la sala de su casa. Solía levantarse en medio de la noche a tocar algunas piezas de Beethoven, de Mozart, de Schumann. Yo me levantaba en puntas de pie y observaba en silencio su ritual nocturno. Cuando terminaba (él siempre se daba cuenta que yo estaba ahí), se volvía lentamente y me preguntaba: “¿Quieres tomar té?” A las cuatro de la madrugada, mientras tomábamos el té, me contaba historias de su lejana vida como militar.
Me guió en el aprendizaje usando un pequeño manual titulado “Enseñando a tocar a los deditos”. Conocí el nombre, significado y duración de las notas en el pentagrama, la clave de Sol y la clave de Fa y me acuerdo que llegué a dominar casi todas las piezas de aquel manual.
Había una canción allí que me conmovía mucho. Se titulaba “Mi novia”. Tenía un dibujo a pluma de un marinero casi adolescente sentado en el malecón mirando alejarse el barco en el que su novia partía lejos. Una de las frases decía algo como: “Mi novia se va por los mares, mi novia se aleja sin mí…. ¡Oh, tráiganme mi novia a mí!” Siempre resiento no haber continuado aprendiendo. Tal vez sea una buena cosa para emprender en esta etapa tardía de mi vida.
Hace unos días estábamos con unos amigos en una conferencia internacional. En el inmenso lobby del hotel había un majestuoso piano de cola. Esperaba que alguna tarde alguien se sentara a tocar música viva. Podría haberle pedido que tocara el “Claro de Luna”, pieza que el tío ejecutaba con solemne maestría. Pero no fue posible. Se trataba de un piano electrónico que funcionaba con un sofisticado sistema electrónico y ejecutaba preciosas y perfectas melodías… por sí mismo. Por horas oíamos el piano funcionar sin ningún pianista presente. Nunca supe si podía ser usado como un piano tradicional.
Parece increíble que tantas cosas que podían ser traídas a la vida por el toque sensible de las manos y de la creatividad humana hoy puedan ser ejecutadas en forma artificial por ingeniosos dispositivos electrónicos. Tan pocos espacios que quedan para la vida sin artefactos. Cuán disminuida por la tecnología está la presencia del ser original. Cuán pobre es la imitación virtual de la verdadera existencia. Qué triste la vida llena de aparatos, equipos y sistemas…
Ilustración: Piano Baldwin de estudio, fotografía, anuncio en anunico.com.mx
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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