Los Manantiales

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Renovación para el alma

miércoles, 18 de junio de 2014

El sacrificio de alabanza

"Ofrezcamos el sacrificio de alabanza a Dios continuamente."
(Hebreos 13:15, Versión Inglesa)

Un misionero de una cierta ciudad al tropezar sobre la basura que se encontraba en una entrada obscura, oyó una voz que decía: "¿Quién anda por ahí?" Encendió un cerillo y contempló un cuadro grandioso de sufrimiento y necesidad, de confianza santa y de paz. Sobre
una cama andrajosa yacía una pobre viejita con su cara famélica y arrugada. Era una noche bastante fría del mes de febrero, y ella carecía de: fuego, combustible y luz. Ella no había tomado desayuno, comida ni cena. Parecía que no tenía otra cosa sino reumatismo y fé en Dios. Carecía de todo lo agradable que el mundo puede ofrecer, pero a pesar de sus circunstancias, la canción favorita de esta pobre
anciana era la siguiente:

"Nadie sabe lo que sufro,
Nadie, excepto Jesús,
Nadie sabe lo que hago,
Nadie conoce mis penas
Gloria, aleluya.

Y su última estrofa terminó con estas palabras:
Nadie sabe el gozo que poseo,
Nadie lo sabe, excepto Jesús."

"Atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperamos; perseguidos, mas no desamparados; abatidos, mas no perecemos." Se necesitan muchas palabras de la Biblia
para expresar el buen ánimo de aquella pobre mujer.

Recuerda a Lutero cuando yacía enfermo en su lecho. Entre sus gemidos y aflicciones pudo predicar de esta manera:
"Aquí estos dolores y sufrimientos son como las letras que colocan
los impresores; como ahora aparecen hay que leerlas al revés,
y parece que no tienen sentido o significado alguno; pero
allá arriba, cuando el Señor Dios nos imprima en la vida venidera encontraremos que contienen un significado magnífico."
Esto es así aunque no tenemos necesidad de esperar hasta entonces.

Recuerda a Pablo en cubierta, en medio de aquel mar embravecido,
y alentando a la tripulación atemorizada: "No temáis." Recuerda a Lutero, a la pobre anciana, ellos son ejemplos Grandiosos. 
 -Wm. C. Garnett.

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