Los Manantiales

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Renovación para el alma

martes, 7 de febrero de 2012

Sigue cavando


 Probablemente jamás hayas escuchado el nombre de Lilias Trotter. Nacida en 1853 en el seno de una familia de clase alta, pudo haber llegado a ser una de las pintoras de más renombre de Inglaterra. Pero dejó su vida acomodada y sus privilegios para llevar las buenas nuevas de Jesús a los pueblos del desierto del norte de África.
     A pesar de los enormes obstáculos culturales y logísticos, Lilias logró presentar el cristianismo a un mundo estridentemente musulmán en Argelia. Pero su éxito no llegó sin frustraciones ni fracasos.
     Una vez, Lilias y sus colegas necesitaban un pozo para una casa que estaban construyendo. Luego de varias semanas, el pozo no era más que un agujero de 60 metros en el suelo. Los residentes locales, escépticos ante los recién llegados, desafiaron su fe. «·¿Por qué Dios no les da agua si está complacido con ustedes?» —les preguntaban.
Cuando el pozo finalmente quedó terminado produjo mucho más que agua. Toda las piedras, arena y grava que necesitaban para la construcción de la casa vino del agujero que habían cavado. Como dijera Lilias: «¡La casa fue cavada de este pozo!»
     Algunas veces parece que lo único bueno que recogemos de una mala situación es el carácter final que Dios inculca en nosotros. Eso me tienta a decir: «Señor, ¡ya tengo suficiente carácter!»
     Sin embargo, muchas veces descubrimos un beneficio escondido en nuestras pruebas. José descubrió que la cautividad lo elevó a posiciones de prominencia para honrar a Dios. José tuvo la gracia para decir a sus hermanos: «Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó [su esclavitud] en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente» (Génesis 50:20).
     De manera similar, los encarcelamientos del apóstol Pablo dieron como resultado cinco cartas que ahora tenemos en el Nuevo Testamento. Pablo estaba practicando lo que predicaba. Después de todo escribió: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28).
     ¿Estás soportando una frustrante experiencia, un «pozo seco»? Sigue cavando. Puede que el esfuerzo que estás haciendo esté construyendo tu casa.
 
 
Prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:14
 
 
Tomado del Libro Nuestro Pan Diario
Rbc Ministerio
 
 
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola

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