Los Manantiales

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Renovación para el alma

miércoles, 9 de enero de 2013

LA BUENA VIDA


La belleza, la riqueza, el poder, el amor, el matrimonio y el placer son cosas buenas, pero no son lo mejor. Lo mejor es amar a Dios y recibir su amor, darle la gloria y hacerlo nuestro amigo para siempre. Esto nos permite vivir de la mejor manera posible porque nos brinda satisfacción y gozo (Juan 10:10). Además, es lo que los creyentes harán por siempre.
Por eso, debemos apartar tiempo para Dios y descansar en su amor… ese amor que nos hizo a ti y a mí. Es la razón de nuestra existencia y el medio por el cual nuestra vida será más productiva.
Me gusta cómo lo expresa el salmista: «Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Dios el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras» (Salmo 73:28). En otras palabras, la buena vida es acercarse a Aquel que nos ama como nadie.
¿Cómo nos acercamos al Señor? Aquí presento una práctica que empecé hace muchos años: dedica unos minutos todas las mañanas para leer algunos versículos de los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) y observa qué hizo o dijo Jesús. Después de todo, Él vino a mostrarnos cómo es Dios (Hebreos 1:1-3). Ponte en el lugar del personaje de la historia. Por ejemplo, como si fueras el leproso que Jesús sanó con su toque de amor (Marcos 1:40-45). ¡Piensa cuánto te ama, y después, dale las gracias!


Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
Para contar todas tus obras.
Salmos 73:28

Tomado del Libro Nuestro Pan Diario

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