Nunca más confesaré pobreza, porque "mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4: 19).
Nunca más confesaré temor, porque "Dios no me ha dado el espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1: 7).
Nunca más confesaré duda y falta de fé, porque "Dios ha dado a todas sus criaturas la medida de la fe" (Romanos 12: 3).
Nunca más confesaré debilidad, porque "Jehová es la fortaleza de mi vida" (Salmo 27: 1), y "el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará" (Daniel 11:32).
Nunca más confesaré que Satanás gobierna mi vida, "porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4).
Nunca más confesaré derrota "Dios siempre me lleva en triunfo en Cristo Jesús" (2 Corintios 2: 14).
Nunca más confesaré falta de entendimiento, por que "Dios ha hecho tambièn que Cristo sea nuestra sabiduría (1 Coríntios 1: 30).
Nunca más confesaré enfermedad porque "por su llaga fui curado" (Isaías 53:5), y Jesús "mismo tomó mis enfermedades y llevó mis dolencias" (Mateo 8:17).
Nunca más confesaré pesares y frustaciones, porque estoy "echando toda mi ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de mí" ( 1 Pedro 5:7). Con Cristo estoy "libre de preocupaciones".
Nunca más confesaré esclavitud "porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (2 coríntios 3:17). ¡ Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo!
Nunca más confesaré condenación, porque "no existe la condenación para aquellos que están en Cristo" (Romanos 8:1). Yo estoy en Cristo; por lo tanto, estoy libre de condenación.
Por Don Gossett- Lo que dices, recibes
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