Los Manantiales

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Renovación para el alma

martes, 22 de noviembre de 2011

Añoranza del cielo


 El único desastre final que puede acontecernos, según he llegado a comprender, es sentirnos como en casa en esta tierra. En tanto que seamos extranjeros, no podemos olvidar nuestra verdadera patria.
La infelicidad en esta tierra fomenta el hambre del cielo. Al infundirnos una profunda insatisfacción, Dios nos mantiene atentos. La única tragedia, pues, es sentirnos satisfechos prematuramente. Afincarnos en la tierra. Estar contentos en tierra extraña.
     No nos sentimos felices aquí porque no tenemos un hogar aquí. No nos sentimos felices aquí porque se supone que aquí no tendremos felicidad. Lo cierto es que somos «extranjeros y peregrinos en este mundo» (1 Pedro 2.11).
     Y nunca seremos completamente felices en la tierra, sencillamente porque no fuimos hechos para la tierra. Claro, tendremos momentos de gozo. Y no faltarán destellos de luz. Gozaremos de momentos, y aún de días, de paz. Pero jamás podrán compararse con la felicidad que nos aguarda.
 
 
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
 
 
Tomado del Libro Promesas Inspiradoras de Dios
Autor: Max Lucado
 
 
 
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
 

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