Somos idea de Dios. Somos suyos. Su rostro. Sus ojos. Sus manos. Su toque. Somos Él. Fíjate en el rostro de todo ser humano sobre la tierra y verás su parecido. Aunque algunos parecen ser parientes lejanos, no lo son. Dios no tiene primos, sólo hijos.
Somos, increíblemente, el Cuerpo de Cristo. Y aunque no actuamos como nuestro Padre, no hay verdad más grande que esta: Somos suyos. Inalterablemente. Él nos ama. Perpetuamente. Nada puede separarnos del amor de Cristo (véase Romanos 8.38–39).
Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia
a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.
Deuteronomio 7:9
Tomado del Libro Promesas Inspiradoras de Dios
Autor: Max Lucado
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
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