La palabra de Dios ha sido fuente de fe. fortaleza, seguridad y esperanza para muchos. A través de ella el Señor nos aconseja, nos exhorta, nos enseña y nos consuela.
Cuando estés impaciente recuerda el Salmo 37. del verso 3 al 9.
Confía en el Señor y haz lo bueno,
vive en la tierra y manténte fiel.
Ama al Señor con ternura, y él
cumplirá tus deseos más profundos.
Pon tu vida en la manos del Señor;
confía en él, y él vendrá en tu
ayuda. Hará brillar tu rectitud y tu
justicia como brilla el sol de
mediodía.
Guarda silencio ante el Señor; espera
con paciencia a que él te ayude.
No te irrites por el que triunfa en la
vida, por el que hace planes
malvados.
Deja el enojo, abandona el furor; no
te enojes, porque eso empeora las
cosas. Pues los malvados serán
arrojados del país, pero los que
confían en el Señor tomarán
posesión de él.
Ora en todo tiempo y lugar. Que el Señor te bendiga grandemente
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