Los Manantiales

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Renovación para el alma

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Una meta alcanzable

Una meta alcanzable
La vida del que aspira cumplir el ideal cristiano para su existencia, es como el paso de aquel joven de la poesía de Henry Longfellow, que al caer la noche comenzó a ascender una montaña llevando un estandarte en que había escrito “¡Excelsior!”
Aun ante el anuncio de tempestad y rugientes correntadas, respondió “¡Excelsior!” y continuó. Ni la lágrima y el suspiro que le arrancó la invitación a detenerse que le hiciera una doncella cambió su respuesta: “¡Excelsior!” A todos, que dejaba siempre atrás, respondía desde lo alto: Excelsior!” y
Del monte San Bernardo en el convento,
Al asomar la luz del nuevo día
Las preces se mezclaban con el viento,
Y en la región del águila y las nubes
Una voz por los aires repetía:
¡Excelsior!
Así procede quien vive siempre impelido por el ideal de perfección. No admite restricción alguna, puesto que la esperanza multiplica su energía.
Pero ese ascenso espiritual y moral implica abandono del pecado. Todavía siguen el hombre y la mujer siendo de carne, pero cada vez que viven más la vida del espíritu, en forma gradual, pero segura, van obteniendo la victoria sobre el mal hasta que nada defectuoso les debilite el carácter.

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