Los Manantiales

Los Manantiales
Renovación para el alma

jueves, 18 de agosto de 2011

Cuando te sientas enojado

Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse. Porque el hombre enojado no hace lo que agrada a Dios. Así pues, dejen ustedes todo lo impuro y la maldad que tanto abunda, y acepten humildemente el mensaje que se ha sembrado en su corazón, pues ese mensaje tiene poder para salvarlos. Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es. Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta, que es la ley que nos trae libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace. (Santiago 1. 19-25)

Bendigan a quienes los persiguen. Bendígalos y no los maldigan. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino pónganse al nivel de los humildes. No se crean sabios.

No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos. Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino dejen que Dios sea quien castigue; porque la escritura dice: " A mí me corresponde hacer justicia, yo pagaré, dice el Señor". Y también: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de verguenza. No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal. ( Romanos 12. 14-21)

"La oración no es un sustituto de nuestros esfuerzos, es un intento por ir mas allá; es la búsqueda del Señor".


Señor, dame mano firme y mirada atenta para que no cause daño a nadie.

Tú que das la vida y la conservas, ayúdame a cuidar hoy mi vida y la de aquellos que me acompañan,

Líbrame de todo mal y haz que pueda mantener mi calma cuando venga la tormenta.

Señor, arranca de raíz este mal de estar enojado, y dame fuerzas para sobrellevar mis penas y alegrías.

Dame fuerzas para mantener mi espíritu por encima de las pequeñeces humanas.

Dame fuerzas para someter mi fuerza a Tu voluntad por amor.

que irradie armonia y paz.

Gracias Señor. Amén.

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