¿Has mirado un himnario últimamente? Algunas personas creen que los viejos himnos son anticuados. Pero con unos cuantos cambios, algunos de ellos encajarían perfectamente en el mundo moderno de hoy. Tomemos, por ejemplo, «Salvador, a Ti algo rindo».
La razón por la que algunos de nosotros no nos rendimos plenamente a Cristo dándole el reinado total de nuestras vidas es que nos da miedo lo que eso significa. No queremos renunciar al control.
Ese era el caso de la iglesia de Laodicea. La ciudad era conocida por su prosperidad económica, por su colirio para tratar problemas de los ojos, y sobre todo por su mala agua llena de sedimentos y contaminada con depósitos de cal. Debido a su ubicación, el agua de la ciudad tenía que viajar unos 10 kilómetros por una tubería. El agua que sabía a rancia era tibia: no lo suficientemente caliente como para lavar ni lo suficientemente fría como para quitar la sed.
La iglesia entendió el punto perfectamente cuando leyeron la carta sobre la «tibieza».
Nosotros también entendemos. « Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.» (Apocalipsis 3:15-16).
Pero entonces, la aparente dureza del habla cambia para demostrar la interminable compasión de Dios por sus hijos débiles: « Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:19-20).
¿Cuánto de ti estás dispuesto a dar a Dios? ¿Eres un cristiano «caliente», «frío» o «tibio»?
Te ofreceré sacrificio de alabanza,
E invocaré el nombre de Jehová.
E invocaré el nombre de Jehová.
Salmos 116.17
Tomado del Libro Nuestro Andar Diario
Rbc Ministerio
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
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