Los Manantiales

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Renovación para el alma

jueves, 26 de enero de 2012

LAS BALAS NO TIENEN OJO


  Un artículo de Isabel Wilkinson, ganador del premio Pulitzer, cuenta la historia de un niño de 10 años de Chicago que desempeñaba el papel de padre ayudando a su madre como desempeñaba el papel de padre ayudando a su madre como niñero y protector de sus hermanitos más pequeños. Vivían en un área adonde había viviendas quemadas y tiendas cerradas. Los borrachos vagaban por las esquinas, las pandillas gobernaban el vecindario, y en todas las manzanas había casas adonde se vendían drogas. Los disparos de armas de fuego rompían el silencio día y noche. Cada tres o cuatro días asesinaban a alguien.
     El relato de Wilkinson contiene este conmovedor pasaje: Es una mañana gris de invierno, afuera hace una temperatura de cero grados, y las escuelas empezarán dentro de media hora. Los niños se ponen en fila, todos con bufandas, abrigos y pantalones. Los chicos bajan la cabeza para que sus madres, las cuales andan retrasadas para la escuela también, puedan peinarlos una última vez. Hay un alboroto a causa de un guante que no aparece….
     Estas son las reglas para los niños, resumidas sobre la mesa de Formica del comedor:
«No te pares a jugar» —dijo Willie.
«Cuando oigas disparos, no te quedes ahí parado: ¡corre!» —dijo Nicolás.
«¿Por qué digo que corran?» —dijo la madre.
«Porque las balas no tienen ojos» —dijeron los dos chicos al mismo tiempo
«Ella ora por nosotros todos los días» —dijo Willie.
     El mundo era un lugar peligroso para estos muchachos. Tenían reglas que los protegían y la seguridad de las oraciones de su madre.
     Para nosotros, puede que el peligro no sean balas, pandillas ni vendedores de drogas. Pero necesitamos protección del mal de este mundo. Es por eso que Jesús oró por nosotros a su Padre en los cielos: «No te ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal» (Juan 17:15).
     La protección de la oración es esencial, para nosotros y para los demás. Tal vez las balas no tengan ojos, pero Satanás sí. Usemos el ejemplo que Jesús dio en Juan 17 y oremos los unos por los otros.
 
 
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Juan 17:15
 
 
Tomado Del Libro Nuestro Pan Diario
Rbc Ministerio
 
 
 
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola

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