Los Manantiales

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Renovación para el alma

martes, 10 de enero de 2012

Venga y adore


 El día en que Jesús fue a adorar su rostro fue cambiado. «¿Me está usted diciendo que Jesús fue a un culto de adoración?»
     Así es. La Biblia habla de un día cuando Jesús se dio tiempo para estar con sus amigos en la presencia de Dios. Leamos del día en que Jesús fue para adorar:
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd (Mateo 17.1–5).
     Las palabras de Mateo presuponen una decisión de parte de Jesús de ir a estar en la presencia de Dios. El simple hecho de que escogió sus compañeros y subió a un monte sugiere que esta acción no fue impulso del momento. No fue que una mañana se despertó, miró el calendario y después su reloj, y dijo: «¡Huy! Hoy es el día en que debemos subir al monte». No; tenía que hacer preparativos. Suspendió el ministerio a la gente para que pudiera ocurrir el ministerio a su corazón. Puesto que el lugar escogido para la adoración estaba a cierta distancia, tenía que seleccionar el camino apropiado y seguir la senda correcta. Cuando llegó al monte, su corazón estaba listo. Jesús se preparó para la adoración.
     Permítame preguntarle: ¿Hace usted lo mismo? ¿Se prepara para la adoración? ¿Qué caminos toma para subir al monte? La pregunta tal vez le parezca extraña, pero sospecho que muchos de nosotros sencillamente nos despertamos y nos aparecemos. Tristemente actuamos casi a la ligera cuando se trata de encontrarnos con Dios.
     ¿Seríamos nosotros tan indolentes con, digamos, el presidente? ¿Supóngase que usted recibe una invitación para desayunar el domingo por la mañana en el Palacio Presidencial? ¿Cómo pasaría el sábado por la noche? ¿Se alistaría? ¿Pensaría en lo que va a decir? ¿Pensaría en lo que va a preguntar y lo que va a pedir? Por supuesto que sí. ¿Deberíamos prepararnos menos para un encuentro con el Dios santo?
     Permítame instarle a venir a la adoración preparado para adorar. Ore antes de venir para que esté listo para orar cuando llegue. Duerma antes de venir para que pueda estar despierto cuando llegue. Lea la Palabra de Dios antes de venir para que su corazón esté blando al adorar. Venga con hambre. Venga dispuesto. Venga esperando que Dios le hable.
 
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Juan 4:23
 
Tomado del Libro Como Jesús
Autor: Max Lucado
 
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola

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