Los Manantiales

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Renovación para el alma

viernes, 18 de mayo de 2012

BENDICIONES DE NUESTRO SUMO SACERDOTE


La Biblia nos dice que cuando Cristo ascendió al cielo, Él tomó el ministerio de Sumo Sacerdote de todos los que vienen a Él por la fe. "Este hombre [Jesús], por cuanto permanece para siempre tiene un sacerdocio inmutable" (Hebreos 7:24).
Jesús es inmutable: es el mismo ayer, hoy y siempre; mientras usted viva, Él será su Sumo Sacerdote en el cielo, intercediendo a su favor, y Él será su sumo sacerdote hasta que Usted vaya a casa para estar con Él.
Nuestro Sumo Sacerdote está sentado a la diestra del Padre, en la silla de autoridad: "Tenemos tal sumo sacerdote, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad" (8:1). Nuestro Sumo Sacerdote tiene todo el poder y la autoridad a su disposición.
Jesús está en la presencia del Padre en este momento e intercede por nosotros. Él se enfrenta a nuestro acusador y dice: "¡Te reprendo, Satanás, este es mío, porque ha sido rociado con m sangre. Él está seguro y su deuda ha sido pagada en su totalidad!" No obstante, creo que aun hay más para aprender sobre el maravilloso ministerio de nuestro Sumo Sacerdote a favor nuestro.
Era el deber y el privilegio del sumo sacerdote, en el Antiguo Testamento, venir desde el lugar santísimo y bendecir a la gente. El Señor dijo a Moisés: " «Habla con Aarón y sus hijos, y diles que de esta manera bendecirán a los hijos de Israel. Les dirán:» ¡Que el Señor te bendiga, y te cuide! ¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia! ¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz!"(Números 6:23-26). En otras palabras, después de que el sumo sacerdote llevaba la sangre al lugar santísimo la rociaba en el propiciatorio, luego agitaba el incienso, entonces debía salir frente al pueblo y bendecirlo.
Este es el ministerio inmutable de nuestro Sumo Sacerdote, Jesús dice: "Yo te cubriré con mi sangre. Voy a interceder por ti ante el Padre y saldré y te bendeciré." Cuando el sacerdote del Antiguo Testamento hablaba esta bendición sobre el pueblo, no era sólo un deseo; él no dijo: "Te deseo paz. Deseo que el Señor haga brillar su rostro de ti." No, la bendición era respaldada por todo el poder de Dios (Números 6:27). Del mismo modo, cuando Jesús nuestro Sumo Sacerdote nos bendice, no sólo desea nuestro bien. Él pronuncia su bendición con autoridad y ¡está hecho!
Más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 25por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos.
Hebreos 7:24
David Wilkerson, Hoy
Por David Wilkerson
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola

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