Los Manantiales

Los Manantiales
Renovación para el alma

viernes, 18 de mayo de 2012

Dedicado a las madres


Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso, fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde, Se levantan sus hijos  y la llaman bienaventurada y su marido también la alaba. Muchas mujeres hicieron el bien, más tú sobrepasas a todas.
(Proverbios 31: 20 25-29)
La joven madre puso su pie en el sendero de la vida.
___ ¿Es largo el camino? ___ preguntó.
Su guía le contestó:
___ Sí, y el camino es arduo. Te envejecerás antes de llegar a su final. Pero el final será mejor que el principio.
Pero la joven madre estaba feliz y pensaba que nada podía ser mejor que el tiempo que estaba viviendo. Por eso, se puso a jugar con sus hijos, a recoger flores para ellos a lo largo del camino, y los bañó en los arroyos cristalinos; el sol brilló sobre ellos, la vida era buena y la joven madre gritó:
___ Nada podrá superar la hermosura de esto.
Llegó la noche y la tormenta, el sendero se oscureció y los niños temblaron de frío. La madre los allegó a su seno, y los cubrió con una manta, Los niños dijeron:
___ Mamita, no tenemos miedo porque tú estás con nosotros, y nada nos puede dañar.
La madre dijo:
___ Esto es mejor que la luz brillante del día, porque he infundido valor a mis hijos.
Llegó la mañana, y vieron una montaña por delante. Los niños subían y el cansancio los vencía, pero la madre, aunque cansada, les decía siempre:
___ Tengamos un poco de paciencia y llegaremos.
Llegaron a la cumbre y allí dijeron:
___ Sin ti jamás hubiéramos llegado, mamá.
Aquella noche la madre, acostada, miró las estrellas y dijo:
___ Este día es mejor que el anterior, porque mis hijos han aprendido a enfrentar las asperezas de la vida con entereza. Ayer les di coraje, hoy les he dado fortaleza.
El día siguiente trajo extrañas nubes sobre la tierra, que la cubrieron de tinieblas. Eran las nubes de la guerra, del odio y del mal.
Los hijos caminaron a tientas y tropezaron. La madre les dijo:
___ Miren hacia arriba. Levanten la vista hacia la luz.
Y ellos miraron y vieron por sobre las nueves una Gloria eterna que los dirigió y los llevó más allá de las tinieblas. Aquella noche la madre dijo:
___ Este es el mejor de todos los días porque he conducido mis hijos al conocimiento de Dios.
Los días pasaron, las semanas, los meses, los años. La madre envejeció y sus espaldas se curvaron. Ya sus hijos eran grandes y fuertes y caminaban sin temor. Cuando el camino se ponía difícil, ellos ayudaban a su madre. Si el camino era muy áspero, la levantaban porque era liviana como una pluma. Por fin llegaron a una colina, detrás de la cual divisaron un camino resplandeciente y las puertas de oro abiertas de par en par.
La madre dijo:
___ He llegado al final de mi viaje. Ahora sé que el final es mejor que el principio, porque mis hijos pueden caminar solos y sus hijos le siguen.
Y los hijos dijeron:
___ Siempre caminarás con nosotros, mamá, aún después que hayas pasado, por aquellas puertas.
Y de pie, se quedaron mirándola cuando sola siguió, caminando hasta que las puertas de oro se cerraron tras ella. Y se dijeron:
___ No podemos verla, pero todavía está con nosotros. Una madre como la nuestra es más que una memoria. Es una presencia viva. ___  Temple Bailey (de alimento para el pensamiento).


  

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