Suponga que contrato dos hombres para que planten árboles, y después de uno o dos días voy a ver cómo les va. Me doy cuenta de que un hombre ha plantado cien árboles y el otro sólo diez.
“Oiga”, digo, “¿qué significa esto? Ese hombre ha sembrado cien árboles y usted sólo diez”.
“Sí”, responde el tipo, “pero él ha cortado todas las raíces y solamente ha metido la parte de arriba en el suelo”.
Voy al otro hombre y le digo: “¿Qué significa esto? ¿Por qué ha plantado todos estos árboles sin raíces?”
“Yo no creo en las raíces”, responde. “Realmente no importan. Mis árboles se ven tan bien como los de él.
Pero pronto, cuando el sol brilla sobre esos árboles, todos se marchitan y mueren.
Hay mucha gente alrededor que no tiene raíces. Sus vidas no están sujetas firmemente en la Palabra de Dios y sus verdades. Para crecer y florecer, nuestra vida tiene que estar firmemente arraigada.
El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
Mateo 13:24
Tomado del Libro D. L. Moody
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
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