Un gobernante, Maestro Ministro del Evangelio o líder necesita recordar palabras como estas pero por encima de todo, las palabras del Maestro de Maestros, el Señor Jesús quién dijo:
"Como ustedes saben, entre los paganos los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás; y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser su esclavo. Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por una multitud" Seamos la clase de líderes que en las manos de Dios exaltemos su nombre y no el nuestro. Su gloria y no la nuestra y el espíritu de servicio nos domine cada minuto de nuestra existencia.
A veces, cuando nada marcha de acuerdo con lo esperado, y la preocupación es quien reina. Cuando el quebranto de lágrimas inunda nuestros ojos, y todo parece ser inútil. Solo una cosa puede ahuyentar las lágrimas que queman y ciegan; alguien que suavemente te eche el brazo por encima y susurre: No te preocupes. Nadie ha logrado descifrar por qué esas palabras traen tanto consuelo, o por qué tal susurro hace que nuestras preocupaciones se despejen al instante. Sin embargo, cuando los problemas nos dan la bienvenida, podemos olvidarnos de ellos y dejarlos atrás. Cuando alguien suavemente te eche el brazo por encima y susurre: No te preocupes. El amor que procede de tan suave caricia; debe ser amor verdadero. Podría ser que un abrazo así, a tu corazón no traiga consuelo. Pero si el amor es el móvil, dulce consuelo encontrarás.
Cuando alguien suavemente te eche el brazo por encima y susurre: ¡No te preocupes! ¡Este poema refleja el consuelo que solo se experimenta a través de un toque amoroso! Demuestra el amor que sientes por tus hijos en lo que dices y haces. Ese amor será devuelto a ti multiplicado. Muchos de los que han estado enamorados toda una vida nos dicen menos sobre el tema, que el niño que ayer perdió a su perrito.
Que nos amemos unos a otros. 1 Juan 3-11
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