Los Manantiales

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Renovación para el alma

viernes, 27 de julio de 2012

El Poder de mi Actitud‏

El Poder de mi Actitud
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años.
Se mudó de casa. Estaba solo y deseaba compartir en sus ultimos días.

Los años no pasaron en balde y ya las manos le temblaban.

La vista era torpe y los pasos no eran tan fuertes como hace unos años.

Toda la familia comía junta en la mesa. Pero las manos temblorosas y
la vista enferma del abuelito hacian que el alimentarse fuera un
asunto dificil.

Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el
vaso, no era dificil que se derramara la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situacion:

“Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo.“Ya he tenido suficiente y estoy muy harto de esta situación. “Derrama
la leche; hace ruido al comer y tira la comida al suelo”.

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una
esquina del comedor, pasaban los dias y el abuelo comía solo mientras
el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como ya habia roto varios platos, su comida era servida en un tazon de
madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podian
ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahi sentado solo.

Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran frios
llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de
la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de
madera en el suelo.

Le preguntó suavemente: “¿Qué estás haciendo?”

Con la misma dulzura el niño le contesto: “Ah, estoy haciendo un tazón
para tí y otro para mamá, para que cuando yo crezca, ustedes coman en
ellos.

Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que
quedaron sin habla.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se
dijo al respecto, ambos sabían lo que tenian que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de
vuelta a la mesa de la familia.

Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos.

Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse mas
cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba
el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oidos
siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben.

Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los
miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus
vidas.

Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los
bloques con los que construyen el futuro de sus hijos.
Seamos instructores sabios y modelos a seguir.

Ponte a pensar y sacarás muchas conclusiones de ello…….¿No?.

He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus
padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

(Triste pero muy cierto, además ellos fueron los que te tendieron la
mano cuando caiste mientras aprendias a caminar, los que te atendian
cuando estabas enfermo…..)

He aprendido que aun cuando me duela, no debo estar solo.

He aprendido que aun tengo mucho que aprender.

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca como los
hiciste sentir.

Que Dios te Bendiga…y deseo que cuando llegues a ser un Anciano(a)
recibas todo el Amor que mereces. — con Ana L Hernandez.

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