El amar es una decisión, y esa decisión debe ir acompañada de una acción.
Es fácil decir te amo y dar la espalda y seguir. Pero es extraordinario, cuando decimos ¡te amo! Y esa palabra va acompañada de una mano que levanta, de un abrazo que consuela, de una ayuda oportuna, de cuidados llenos de ternura, de una sonría, del servicio a otros.
¿Cuantas veces le decimos a Dios, que le amamos y no le seguimos, no le honramos, no le servimos?
Juan 21
1 Juan 4:18
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
Romanos 8:15
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
1 Juan 4:12
A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros.
No es casualidad que yo te ame, cuando veo todo lo que has hecho, no solo en Tu creación, sino en mi corazón que sin saber por qué ya no es de piedra. No es casualidad que yo te ame porque de Tu voz emana vida capaz de transformar un pobre corazón en una vida llena de alegría.
A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros.
No es casualidad que yo te ame, cuando veo todo lo que has hecho, no solo en Tu creación, sino en mi corazón que sin saber por qué ya no es de piedra. No es casualidad que yo te ame porque de Tu voz emana vida capaz de transformar un pobre corazón en una vida llena de alegría.
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