Vivimos en la era de lo instantáneo: café en minutos; dinero en el acto; baje kilogramo por día; obtenga su casa hoy mismo. Se habla de la teoría de la generación espontanea y se ofrecen dama de compañía para viajes con tan sólo una llamada telefónica y un número de tarjeta de crédito. Todo está al alcance de tu mano con un simple “clic”. ¡Qué logros de la humanidad! Pero… ¿Es esto sinónimo de progreso realmente? Las cosas de Dios parecen no interesarle al hombre posmoderno. Los “dioses” de este siglo son aquellos “salvadores” que prometen pronta liberación de la miseria, éxito y fama instantánea como es la moda hoy.
El valor de la eternidad o de la vida eterna aparece como un “sin sentido” en esta era de lo instantáneo. ¿Eternidad? “Es un concepto vetusto”, confiesa el hombre posmoderno. Hablar de pecado parecería no “encajar” cuando las barreras de lo bueno y lo malo suben o bajan condicionadas por lo que cada uno cree acerca de lo que es bueno y lo que es malo. La fe se desvanece en medio de la imposición del “consumismo” y de valores dados por lo que se ve o se pueda mostrar: Si no veo, no toco, o no tengo… no creo.
Pero el sabio en su libro de la desesperanza, el Eclesiastés dice “…Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”.
Qué mejor día que este para comenzar a pensar en términos eternos y a reordenar tu escala de valores. Dirígete a Jesús. Él mejorara y te dará una nueva vida y, poco a poco, sin promesas de soluciones instantáneas, pero con promesas de cambios definitivos; te enseñara el verdadero camino a la vida.
El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo,
Que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más.
Salmos 103: 15-16
Tomado del Libro Una Pausa En Tu Vida
Pablo Martini
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
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