“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).
Es un momento en que todos nosotros nos encontramos, con la incertidumbre o la necesidad de cómo orar. Los discípulos eran personas que estaban cerca del maestro veían como Dios se manifestaba en milagros y prodigios, y también como el Hijo se acercaba día a día al Padre y oraba por largas horas, pero ellos aún no habían experimentado una entrega profunda en la oración.
Unas de las bases importantes para acercarnos a Dios es sencillamente orar, hablar con Él. Pero hoy esa acción se nos ha dificultado a muchos por causas de cómo hemos sido enseñados y cómo la hemos visto. Seguramente nos hemos encontrados en lugares en donde la oración se aplica como un principio religioso de protocolo y de liturgia, y hemos creído que es la forma correcta de acercarnos a Dios. Al final el resultado ha sido un fruto de apatía y desconocimiento que nos ha llevado a una escasa relación con Dios.
De partida tenemos que reconocer que necesitamos orar, acercarnos a Dios, que tenemos que cambiar nuestra perspectiva y que debemos crecer, y no solamente orar en necesidades, sino tener oraciones de propósito e intimidad.
Jesús responde a sus discípulos y les da principios básicos que son aplicables en toda nuestra vida de intimidad y relación con Dios. En secreto, sin vanas repeticiones, y que Dios sabe que cosas necesitamos antes que le pidamos.
En esto podemos aprender, que lo primero es quitar de nuestra mente todo concepto religioso y que nos acerquemos confiando que Él nos oye, y apartemos un tiempo a sola con Dios, este puede ser en nuestro hogar, o en un lugar donde tengamos nuestra mente centrada, es como cuando nos apartamos con nuestra familia para dedicarle tiempo.
Lo otro es que cuando nosotros entendamos el propósito y los principios del reino de Dios, nuestras oraciones van a subir de nivel, pasarán de ser oraciones de repeticiones a oraciones de propósito e intimidad. El repetir no es la clave, sino la sinceridad y la humildad.
Ahora examinémonos, ¿cómo está nuestro altar?, ¿cómo está nuestro tiempo con el Padre? le estamos dedicando el mejor tiempo, estamos siguiendo en esa devoción, o aún estamos por empezar. Lo importante es entender que la única forma de extraer los secretos del reino de Dios es a través de la revelación, y esa se encuentra ahí en las profundidades de Dios. Hagamos un ejercicio, intentémoslo y tratemos de mantenerla que Dios al cada día nos recompensará en público.
Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó,
uno de sus discípulos le dijo: —Señor, enséñanos a orar.
Lucas 11:1
Por Redactor Agenda de Dios
Ulpiano Sáenz
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
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