¿Cómo debemos actuar cuando fallamos en la fe y dañamos el testimonio de la Iglesia de Cristo frente a nuestros amigos y familiares o lo deshonramos con nuestras acciones?
Podemos aprender del rey David, después de su humillación por el escándalo con Betsabé. Aunque no podían evitarse las terribles consecuencias de su pecado, halló una forma de restaurar su comunión con Dios, que le permitió seguir sirviéndolo. Nosotros también podemos hacerlo.
El modelo de David en 2 Samuel 12 nos ayuda: Debemos confesar nuestro pecado con sinceridad y buscar el perdón de Dios. Después, pedirle que exima a los demás de las consecuencias de nuestras acciones. Por último, reconocer que, a veces, es imposible evitar las consecuencias y que hay que soportarlas. Aunque estas siempre nos duelen, debemos evitar que nos consuman de tal modo que dejemos de servir a Dios .
Satanás no solo se deleita en nuestros fracasos, sino también en la inactividad espiritual que, a veces, genera el remordimiento. Cuando arruinamos nuestro testimonio, somos humillados y así debe ser, pero no debemos aumentar el daño al recluirnos en el silencio y la oscuridad, y dejar de ser embajadores de Cristo. Podemos superar los errores del pasado.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17
Tomado Del Libro Nuestro Andar Diario
Rbc Miniterio
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
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