Estamos sedientos.
No sed de fama, posesiones, pasión o romance. Ya hemos bebido de esos estanques. Son agua salada en el desierto. No sacian: matan.
«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia».
Justicia. Ahí está. Eso es lo que anhelamos. Estamos sedientos de una conciencia limpia. Anhelamos empezar de nuevo.
Rogamos que llegue una mano y penetre la oscura caverna de nuestro mundo y haga por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos: transformarnos de nuevo.
El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
Romanos 13:10–11
Tomado del Libro Promesas Inspiradoras de Dios
Autor: Max Lucado
Editor Agenda de Dios:
Olman Rímola
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