El filósofo Blas Pascal (1623-1662) dijo: «La mayor característica distintiva del poder de Dios es que nuestra imaginación se pierde cuando pensamos en ello.» Durante intensos momentos de tentación dentro y fuera de la comunidad de la fe, necesitamos dejar que nuestra imaginación se pierda al pensar en el poder de Dios.
Según Judas v. 24, Dios ofrece una poderosa garantía al que sigue a Jesús durante su andar diario por el planeta Tierra. Le garantiza su inagotable poder para vivir la vida plena. No existe fuerza exterior que pueda arrebatarnos de las manos de Dios (Juan 10:28; Romanos 8:38-39).
¿Por qué es esto cierto? Porque no hay nadie más grande que el Padre, ni nadie más grande que el Hijo. El infierno, con sus fuerzas y su furia, con sus demonios y su oscuridad, no son lo suficientemente poderosos como para apartarnos del amoroso cuidado de Dios. Este poder es muy práctico. Nos guarda de tropezar bajo el gran peso de la tentación.
Hay momentos en que estamos débiles y sentimos como que vamos a ceder. Pero Su poder nos mantiene y nos sostiene cuando tropezamos. Algunas veces caemos, no una sola vez, sino una y otra vez.
¿Sabes qué? Aun cuando caemos muchas veces, Su poder nos puede volver a levantar para seguir con nuestro andar. De hecho, cuando estamos débiles, el poder de Dios nos guardará de caer en el pecado al no permitir que la tentación sea demasiado grande y proveer una salida para que no caigamos.
No sabes qué hacer? Bueno, no temas, porque el poder de Dios te ayudará a hacer lo que debes hacer (Romanos 14:4). Pascal tiene razón: nuestra imaginación se pierde al pensar en el poder de Dios.
Así que, al andar por momentos intensos de tentaciones y enfrentar las fuerzas oscuras de la carne, el mundo y el diablo, perdámonos en el poder de Dios.
Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
Salmos 37:4
Tomado del Libro Nuestro Pan Diario
Rbc Ministerio
Editor Agenda de Dios: Olman Rímola
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