Aun en medio del ruido y del clamor, hay un lugar callado al cual me puedo retirar. Un lugar donde las preocupaciones quedan atrás y me vuelvo totalmente consciente de estar en la presencia de Dios. Esta lugar callado está más cerca que el aire que respiro, porque está en mi alma.
Al dirigirme a mi interior, siento que la paz de Dios me rodea en un cálido abrazo. Envuelto en paz, siento como ella me ha aliviado cada nervio y ha aclarado toda confusión de mi mente. Una vez más tengo mi atención centrada en la presencia de Dios, mi fuente de vida y del vivir.
No hay persona ni circunstancia que pueda interrumpir la paz que siento en el silencio con Dios. Regreso de este santuario de paz renovado, reavivado y revitalizado.
Dios me aguarda en el santuario callado de mi alma.
Tomado: Pensamientos que sanan -Silent Unity
www.lapalabradiaria.org
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