Dios, en cuanto me doy cuenta de que cualquier desorden a mi alrededor me arrastra, sé que debo aquietarme. Entonces te presto mi atención completa.
Al finalizar mi momento de quietud, surge en mí un sentimiento de calma. La gente, el ruido y la confusión que parecía tener frente a mí se han retirado. Siento un alivio tan grande que respiro con más facilidad. Comienzo a serenarme y siento que la tensión en los brazos y hombros desaparece.
Completamente consciente de Ti, reconozco que Tu orden divino me sostiene continuamente. Mi responsabilidad es estar consciente del orden divino que está presente y fluir con él. Qué entrega tan maravillosa es ésta. Dejo ir la preocupación y el estrés y me sumerjo en tu orden divino y tu paz.
En momentos de quietud, me sumerjo en el orden y la paz de Dios.
Tomado : Pensamientos que sanan Silent Unity
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